Este espacio de tienda, recepción de visitantes y autoridades, habilitado en una sala de exposiciones anónima, cerrada al exterior y carente de cualquier interés, se plantea como un reto por el que debe ajustarse no solo a las expectativas de un evento como SEMINCI, uno de los festivales de cine más importantes a nivel nacional, sino también a una exigencia de diseño y ejecución muy rápidos, bajo un coste final muy ajustado. Ante estos requerimientos, son la sistematización y la repetitividad las herramientas fundamentales que, unidas al empleo de la madera casi como material único, consiguen dar una dimensión más amable y cercana al conjunto. Son los elementos de merchandising y los del espacio de librería, dispuestos en las estanterías de fondo, a los que se confía, junto al diseño de los rótulos indicativos de cada zona de mostrador, la capacidad de vivificar el conjunto de la propuesta.
Se decide optar por el empleo de tres elementos contundentes para dar forma a la intervención: una gran estantería de fondo, la cual se diseña en base a la integración de unos bastidores reciclados, un mostrador igualmente de gran tamaño, como espacio compartido y de encuentro, y finalmente una estructura aérea que no solo acota y caracteriza el espacio interior, propiciando una doble escala en el conjunto del espacio, sino que sirve como soporte de la cartelería convirtiéndose en la imagen más representativa de la intervención. Es su evocación al mismo tiempo de todo ese conjunto de construcciones e infraestructuras de carácter efímero con las que se da forma a escenografías en el mundo cinematográfico, lo que aporta una nueva dimensión escénica, alternativa a la realidad encontrada en el espacio a intervenir.