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Parque agrario y cooperativa agrícola en la Lancha de Cenes, Granada.

El proyecto pretende relacionar memoria, paisaje agrícola y arquitectura a través de una búsqueda y registro en la que se redibujan viejos mapas. Existe desde el comienzo una voluntad de rescatar elementos de otros tiempos del lugar utilizando como energía y material de proyecto la propia historia del suelo. La intervención comienza por transformar este lugar desestructurado en un parque agrario para Granada que será gestionado por una cooperativa agrícola. La indagación en estratos pasados de la memoria de este lugar permite descubrir un paisaje arqueológico latente en los campos de cultivo. Se pretende actuar de forma diacrónica desenterrando caminos y veredas anegadas, cultivos abandonados, choperas desplazadas a otros lugares, restos de construcciones en ruina y vacíos agrícolas que gestionan la estructura parcelaria por medio de un elemento de ausencia que se propone habitar: el patio. 

El proyecto de paisaje y de arquitectura surge de la elaboración de una nueva cartografía fruto de la superposición de mapas antiguos y la situación actual del lugar desvelando una multitud de hallazgos y lugares de interés incorporados a la intervención. Como si se tratase de una gran tramoya que atraviesa la historia, el dibujo permite enredar parcelaciones, trazas, caminos, cultivos y nombres en hilos que van a anudarse al proyecto. La propuesta aspira a ser una infraestructura de caminos y muros de tierra que permiten hacer el parque permeable a su situación urbana y paisajística y que además permiten el paseo y la producción. Esta infraestructura de grandes surcos que arañan el territorio se construye por movimientos de tierra resultantes de reestructurar las parcelas agrícolas intervenidas, y a un tiempo como una labor en continuidad con la lógica ancestral de humanizar este territorio. Buen ejemplo de ello son los aterrazamientos de época medieval o las excavaciones auríferas continuadas en el siglo XIX que ampliaron su zona cultivable y que conformaron la aparición de pedregales que acumulan materia a lo largo del territorio.

La memoria del suelo y la propia tierra es desplazada para cerrar recintos, organizar el cultivo, configurar paseos y construir espacios. Es la materia de relación de un paisaje con su historia y sus habitantes, fabrica una multitud de instantes y acontecimientos en el parque agrario y permite estructurar un programa que devuelve la actividad, tanto agrícola como ociosa, al Pago del Pedregal del Genil.

PROGRAMAS 

Para dotar de productividad al parque agrícola, se propone una gestión híbrida del parque en la que la actual actividad y propiedad del suelo a cargo de agricultores individuales se conjuga con la producción colectiva, de modo que existen huertos colaborativos con posibilidad de ser alquilados, huertos privados que mantienen la labranza de los dueños actuales de la tierra, y huertos de la cooperativa resultado de cultivar las parcelas abandonadas, en desuso o que con el tiempo sean adquiridas. Los campos de cultivo estarán además incluidos en una red de programas y lugares ligados a lo público, relacionando agricultura y ciudad. 

- Nave de aperos [39 m2]:Son objetos de madera de chopo seriados en el paisaje, que configuran patios de encuentro. 

Antigua Cementera

La antigua fábrica cementera de Cenes se convierte en una plaza a lo largo del paseo en la cual aparecen una serie de estructuras industriales en torno a las cuales se organiza el encuentro de algunos de los programas más públicos y que están directamente relacionados con el trabajo de los cooperativistas.  La intervención sobre esta ruina industrial pretende renaturalizar los restos de la cementera y recuperar el valor productivo del suelo a un tiempo que se saca provecho de su potencia infraestructural para el parque como lugar de acopio, tratamiento de productos y trabajo, pero también recepción de programas públicos y principal puerta al parque desde la ciudad.  

- Cooperativa Agrícola [190 m2]: Se concibe como si se tratase de una ruina industrial, un objeto que fundamentalmente responde a intereses productivos: la biomasa resultado de podas y talas será almacenada en unos depósitos seriados, bajo los que se dispone el lugar de trabajo. Esta infraestructura se asemeja a un dosel pétreo al separarse del suelo para permitir el vertido de los materiales que almacenan en camiones, pero a su vez construyen un espacio cubierto en contacto con la gran plaza del parque y sus actividades. 

- Vivero de especies [2580 m2]: Para convertir este lugar en un vivero, se continúa depositando tierras y áridos en paratas aprovechando el desnivel, esta vez para generar paratas que miran al valle del Genil. 

- Punto de información del parque [35 m2]: El interior de una cuarta tolva de menor tamaño se reutiliza como punto de información del Parque del Pago del Pedregal.

- Mercado [640 m2]: Las trazas de dos construcciones derribadas de la fábrica cementera contienen un espacio exterior en el que se desarrolla el mercado temporal de frutas y verduras. La actividad se produce al cobijo de una gran parra que filtra la luz y que cambia con las estaciones perdiendo la hoja o haciendo colgar jugosos racimos de uvas que impregnan de olor la plaza del mercado.

Programa residencial

En una reserva generada en el interior de un huerto de nectarinos se trazan los límites de tres patios. El patio en el paisaje agrícola es una forma ancestral de habitar el territorio a través del cercado de un espacio ambiguo e incierto resultado de generar el negativo del cultivo. Viejas trazas de eras, cultivos y zonas de acopio generan los límites de la arquitectura, que busca un contacto tangencial y aislado respecto del parque. En un camino que se adentra en el huerto de nectarinos aparece una secuencia de patios habitados.

El proyecto de arquitectura en este lugar de fuerte influencia infraestructural ligada a la agricultura –terrazas, acequias, albercas, aljibes, eras…– y a la industria –fábricas, presas, pedregales, decantadores, tolvas…– se aleja de la imagen urbana. En términos estéticos, aspira a ser una ruina colocada sobre el territorio que adquiere cierta inmortalidad, como los monumentos, una especie de testigo de la memoria de un paisaje productivo. Hay cierta naturalidad o tosca inocencia en la fabricación de nuevos objetos que sirven a un doble propósito: alguien podría pensar que son lugares para el control del territorio o el almacenamiento de materiales y agua, pero también albergan la vida de los trabajadores del campo.

Residencia temporal [256 m2]: El camino atraviesa un patio delimitado por dos muros y una gran alberca que refleja el paisaje. Existe un hogar, una cocina común en la que hacer vida conjunta para los residentes temporales, y un aula para talleres formativos sobre agricultura, todo ello bajo una habitación dormitorio suspendida sobre el cultivo. 

Patio de llegada [274 m2]: Un desvío en el camino muestra un patio excavado en el que estacionar vehículos.

Residencia permanente [1275 m2]:El proyecto de arquitectura nace de la propuesta de habitar una infraestructura de control del paisaje, capaz de almacenar agua, tierra y energía, entorno a un vacío rodeado de un espesor en el que se esculpen espacios habitados; los alojamientos permanentes de los cooperativistas basan su materialidad en muros y umbrales, reinterpretando la construcción (y configuración arquitectónica) de los cortijos granadinos. Se concibe una infraestructura preparada para ser habitada, en la que se depositan una serie de artefactos (muebles) de los que se sirven los cooperativistas para colonizar vacíos entre muros. El sistema funciona como una osamenta y una piel adherida, perecedera, que permite imaginar futuros usos para el mismo edificio. 

En un proyecto residencial para cooperativistas, en el que la colectividad es esencial, se ha tenido una especial atención hacia los espacios comunitarios que ponen en contacto a las 10 familias de la cooperativa. Cada vivienda tiene un acceso al patio y otro al campo, permitiendo desplegar el interior con diferentes grados, ya sea en el porche del patio, bajo la parra, junto al nogal, o entre los nectarinos. La vida en el campo, sucede en el exterior. La configuración de las casas responde a la utilización de espacios servidores que generan muros huecos para las transiciones interior – exterior, umbrales en los que incluso se pueden desarrollar actividades domésticas. Pese a la rigidez de la trama ortogonal heredada del cultivo en el que queda inserta la residencia, existe una libertad de variaciones sobre la vivienda que permite proponer espacios muy diversos, que ofrecen una relación íntima con el medio agrícola.

Los alojamientos propuestos responden a configuraciones diferenciadas según el habitante. Las casas pueden abrirse a patios interiores, a las copas de los nectarinos, a la parra del patio, pueden mirarse a sí mismas en un vacío interior y jugar entre niveles con piezas de mobiliario que se constituyen como artefactos para vivir. Los estándares del habitar de la ciudad han sido olvidados, buscando valores que recuerdan las altas secciones de las arquitecturas agrícolas, la diferenciación entre espacios de día y noche, y se han cuestionado actividades tan elementales y sobresabidas como ir al baño o dormir.

  • Información
  • Autoría

    Clasificación / Tipología

    Master
    Edificación
    Urbanismo
    Paisaje

    Ubicación

    Cenes de la Vega
    GRANADA | ESPAÑA

    Otra información

    Fecha Inicio: Octubre 2017

  • Premios y distinciones
  • Premio en la XV Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo. Muestra PFC.

Participaciones en arquia / próxima

VIII Edición 2020-2021
VII Edición 2018-2019 [Catalogada]