En las últimas décadas la especulación inmobiliaria ha convertido la vivienda en un producto financiero, y, en consecuencia, ha enterrado principios esenciales de la concepción arquitectónica como la luz, la ventilación natural o la calidad de los espacios exteriores como balcones, logias y terrazas. La crisis sanitaria no ha hecho más que poner de manifiesto la necesidad fundamental de contar con superficies exteriores adyacentes a las viviendas. Así, esta pandemia nos ha permitido reflexionar sobre las cualidades a aportar a nuevas viviendas, pero ¿qué ocurre con las viviendas existentes y, en particular con las parisinas, donde el problema de la superficie (al ser reducida) es aún más grave?