Dos hermanos deciden construir sus casas sobre el solar heredado de la antigua vivienda familiar con el deseo de tener los mayores espacios abiertos posibles junto a un programa intensivo de estancias. El solar de geometría compleja y orientación norte esta situado en una trama urbana de viviendas unifamiliares que tiende a abigarrarse al ser sustituidas por bloques de tres plantas, extremando la falta de espacios públicos. Planteamos una única construcción de dos plantas donde alojar las dos viviendas y compensar la irregular geometría del solar buscando un reparto equitativo de las estancias tanto en planta como en sección, así, cada casa puede extenderse por todo el perímetro y posicionarse en las diferentes alturas. Un grosor que se perfora por cuatro patios para introducir la luz de sur, vacíos de separación entre las casas a los que cada vivienda abre sus huecos sin permitir ver a su vecina. Las viviendas se levantan del suelo prolongando la calle en un espacio plegado que esponja la densidad de la trama urbana, una plaza cubierta de uso compartido donde poder aparcar, jugar a baloncesto, proyectar una película, o celebrar una fiesta de cumpleaños... La cubierta se entiende como un único jardín que se cualifica con una piscina compartida, disponer de los terrados como espacios abiertos para la vivienda está ligado a la morfología del barrio para hacer frente a la escasez de suelo -donde la climatología permite utilizarlo la mayor parte del año- y para aproximar la actividad doméstica a este lugar se sitúan las estancias de salón y cocina en el piso superior. Al desvincular la casa del plano de la calle, el acceso de lo público a lo privado ya no se produce a cota, la puerta de entrada pierde sus referencias tradicionales y es el ascensor el que asume el umbral. Un elemento mecánico que te introduce directamente en las casas y las conecta en los diferentes niveles, un extraño mecanismo con un programa complejo que es capaz de romper la privacidad establecida.