Memoria
Construir en un entorno natural de gran valor paisajístico constituye uno de los retos más ambiciosos que se dan en la arquitectura. Asimismo, construir en las inmediaciones de un monumento de singular valor patrimonial presenta características de no menor dificultad. El caso que nos ocupa reúne ambas exigencias. Por la parte paisajística, el entorno representa una “muga” natural donde las últimas construcciones del núcleo urbano han ido desapareciendo y el paisaje comienza a desarrollarse con mayor libertad. Por otra parte, está la condición de la preexistencia arquitectónica y motivo de la intervención, la ermita de la Antigua. Esta construcción no sólo posee un valor patrimonial de enorme calado, sino que además, constituye un hito de primer orden en la cultura religiosa e histórica de Guipúzcoa y Euskadi.
Ante estos condicionantes, nuestra propuesta gira entorno a los siguientes puntos:
- 1. Implantación, cota y distancia: más lejos, por favor
La importancia de la Ermita es central. Así lo atestigua la silueta que esta construcción dibuja en el paisaje de Zumárraga: la naturaleza y el potente volumen de la Ermita fundidas en una línea que debe permanecer inalterada.
Así, nuestro proyecto se sitúa en la parte más baja y alejada de la parcela propuesta por lo siguiente:
- Evitar alterar la silueta de la Antigua y el Paisaje con una nueva construcción.
- Evitar situar la nueva construcción por encima de la Ermita de la Antigua.
- Mantener una distancia de prudencia y respeto por la Ermita, principal protagonista del entorno.
- 2. Volumen: el tamaño sí importa
Consideramos excesivo la superficie máxima propuesta de 1.500 m2 para el centro de interpretación. Por eso, proponemos una reducción de un 45% en la superficie máxima para proponer un edificio de 850 m2, susceptible todavía de ser modificada en función del contenido museográfico.
- 3. Centro de acogida y centro de interpretación: la cabeza y el cuerpo
La organización interna del edificio se organiza según la idea de una “cabeza y un cuerpo” con la intención de dotar de mayor flexibilidad de ajuste del tamaño del edificio y sobretodo, del museo. Así, la “cabeza” del edificio está formada por los servicios indispensables para el edificio: porche de entrada, bar-restaurante, cocinas, terraza, almacén y servicios, aseos, oficina, tienda y vestíbulo. El “cuerpo” lo formaría el espacio dedicado al museo: colección permanente, colección temporal, sala de audiovisuales y sala de conferencias.
Esta disposición de los espacios permite dotar de gran flexibilidad el tamaño final del edificio, en función de las características museográficas de las exposiciones que se fijen.
- 4. El edificio como parte de la naturaleza
El edificio se propone enterrado en su práctica totalidad. La voluntad de recuperar la superficie natural destruida con la excavación, provoca la aparición de una cubierta ajardinada. Así, la superficie de la montaña se verá interrumpida por delgadas superficies acristaladas que serán los lucernarios del edificio. Además, los espacios interiores se escalonan con la intención de no excavar más de lo estrictamente necesario en el terreno y adaptarse a la fuerte pendiente del terreno.
El resultado de esta operación ofrece una imagen del edificio totalmente mimetizado con el entorno natural y así evita entrar en disonancia con la Ermita. Al mismo tiempo, la superficie escalonada interior del edificio ofrece gran versatilidad expositiva y funcional, con diferentes posibilidades de circulaciones.
La luz filtrada a través de estas grandes vigas contenedoras de vegetación, ofrecerá unas características especiales al espacio del nuevo edificio, sin duda inspiradas en la estructura de madera de la ermita.