Una vez asumida nuestra primera estrategia de acercamiento al problema de insertar un mercado en el embrionario parque existente en la parcela, la primera pregunta que nos hacemos es: ¿qué es lo que este lugar quiere ser? Este lugar quiere ser un parque, quiere ser un lugar donde la gente disfruta de su tiempo libre al aire libre. Todavía no lo es, es probable que no llegue a serlo nunca.
La colonización de una porción amplia de la parcela puede provocar que lo que ahora es un parque no pase a ser más que un jardín de proporción alargada como la del jardín lineal del bulevar cercano pero perpendicular a la dirección principal de éste, quedando en una posición desfavorecida para el uso como parque. Se debe intentar mantener el carácter estancial del presente parque y fijar como meta el modelo de salón urbano. Para ello se minimizará la edificación de barreras perceptivas (físicas y visuales).
Nuestra propuesta es la de no hacer un edificio. No queremos fachadas que delimiten el territorio. Debe existir una permeabilidad real a nivel de parque. Por ello, proponemos posarnos sobre la parcela de una manera permeable, en lugar de ofrecer una fachada que fije una frontera entre usos, ofrecemos un bosque (un bosquete) por el que pasear y, entre los árboles, un mercado.
COMPRAR PASEANDO.
Comprar paseando, pasear y comprar, pasear, ver, oler, probar.... La compra de los alimentos como una experiencia sensorial completa. Al aire libre pero protegido. Protegido de la lluvia o protegido del sol. Pero con la experiencia térmica de la realidad estacional y climática. Cuando compras melocotones hace calor, pero estas protegido a la sombra de los árboles. Cuando compras mandarinas hace frío, huele a invierno, si hace bueno te da el sol en la cara, si llueve, estas protegido bajo los árboles pero puedes oler la lluvia.
Creemos que se ha establecido como dominante en los edificios de mercado una tipología edificatoria que obliga al usuario a tener que entrar en un uso determinado (galería comercial), que si bien es un esquema que funciona correctamente con determinados usos comerciales, en el caso de los puestos de pequeños comerciantes de materia alimentaria, se aleja del origen histórico del uso, en donde el comercio se fundía con otros usos urbanos (plaza, calle, ágora...) de manera que los comerciantes aprovechaban el flujo urbano para captar clientes. En el presente proyecto tenemos la finalidad de recuperar el funcionamiento esencial del mercado: el cliente no debiera tomar la decisión de entrar en un edificio concreto, simplemente se debe encontrar con los puestos de los comerciantes. En términos modernos, frente a Harrods, el mercado de Portobello; frente al Corte Inglés el Mercado de Sanchinarro.
ESTRUCTURACIÓN DE USOS: DOS MODELOS COMERCIALES APILADOS
El edificio solicitado por el Ayuntamiento de Madrid, un “Centro Comercial de Barrio”, consiste básicamente en un edificio híbrido entre mercado de puestos de comercio alimentario y galería comercial (de locales de comercio no alimentario y de prestaciones de servicio).
Creemos que la diferenciación clara entre ambos usos es fundamental para el correcto funcionamiento del conjunto. Esto tiene ventajas de gestión clarísimas: desde la gestión de flujos, tanto de público como restringidos, la diferenciación de accesos, la identificación visual de los usos, hasta la independencia entre horarios de explotación.
APILAMIENTO Y ESPONJAMIENTO:
Por ello proponemos un esquema claro de funcionamiento del edificio: dos usos apilados y separados entre sí. Abajo el mercado, arriba la galería comercial y, entre ambos, un colchón de aire (esponjamiento). El esquema puede ser leído simbólicamente como un bosque, en la base, entre los troncos, el mercado de puestos de comercio alimentario, vinculado directamente con el parque adyacente; y en las copas de los árboles, la galería comercial.
IDENTIFICACIÓN VISUAL DE LOS USOS
Una de las estrategias comerciales claves, tal y como ha sido extensamente desarrollada por Robert Venturi en su libro Aprendiendo de Las Vegas, es la de la identificación visual de los elementos comerciales para poder ser así reconocidos por el usuario. En el caso del mercado de Sanchinarro, la identificación del conjunto edificado como un bosque no sólo es una herramienta de entendimiento conceptual de intenciones organizativas y de estructuración de los espacios, sino que además permite que el edificio completo sea una llamada, un elemento claramente reconocible por el subconsciente del conjunto de vecinos de Sanchinarro. Frente a un modelo de imagen globalizada de contenedor comercial indiferenciado se propone una imagen única y específica de un lugar que, no sólo, lo hace identificable entre el resto de edificaciones de Sanchinarro, sino que además lo vincula conceptualmente con un modo más sostenible de entender el mundo, con una actitud específica hacia la relación de los edificios con el territorio y de su inserción de éstos en él.
Además, la lectura por parte de los usuarios del funcionamiento del edificio no puede ser más clara: entre los troncos de los árboles está el mercado; en las ramas está el gimnasio, el supermercado y los locales. Para subir a las ramas se puede o bien coger la escalera mecánica o uno de los ascensores panorámicos (elementos de transporte pasivo que inciden en la contemplación interior del conjunto boscoso); y, encima, en las copas de los árboles están los locales de prestaciones (guarderías, escuelas de restauración, centros de día....) desde donde se puede observar el conjunto del barrio. El edificio se vive del mismo modo que el bosque de Rondó fue vivido por el Barón Rampante de Italo Calvino, teniendo una perspectiva diferente desde la cual observar el mundo.
ESTRATEGIA MEDIOAMBIENTAL: generación de un microclima.
La decisión de alojar los usos solicitados en el concurso para el mercado municipal de Sanchinarro en un bosquete no responde únicamente a una decisión de estrategia paisajística y otra de simbolismo, sino que pretende dotar al lugar de unas condiciones bioclimáticas con las que actualmente no cuenta. Se pretende transformar el lugar, tal y como se ha dicho antes, crear un nuevo genius loci que se caracterice por unas determinadas condiciones medioambientales de confort exterior. Se asume la extrema artificialidad del objeto para dotarlo de un conjunto de sistemas de apoyo al confort climático (boquillas de vaporización de agua en verano, elementos radiantes solares para el invierno....) que apoyen las propias características geométricas y pasivas del propio bosque artificial.