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o cómo montar un despacho con 6000 euros...

El presente proyecto consiste en la adecuación como estudio de arquitectura de un local situado en la calle Puente Miluze número 12.

Es un local comercial que no ha tenido ningún uso hasta el momento. Se encuentra situado en los bajos de un edificio de viviendas, y al que se accede directamente desde la calle. La superficie del local es de 75 m2 útiles y 80 m2 construídos. La altura libre del local es de 6,30 metros. El local dispone de una única fachada a la calle, orientada al sur. El resto de paredes son medianeras con otros locales o con las zonas comunes de acceso a las viviendas.

Sumergidos en plena crisis económica, el proyecto, lejos del planteamiento inicial de años pasados de ofrecer un local perfectamente acabado y sofisticado, ejemplo de perfección en la solución de encuentros y nobles materiales, se plantea como investigación y estrategia que pueda servir también a otros empresarios con el mismo reto: poner en funcionamiento un local en estos momentos con una mínima inversión.

El proyecto se basa en un trabajo de “mínimos suficientes”, un correcto funcionamiento con el mínimo coste posible. De ahí, que sólo se intervenga en la menor superficie posible, dejando el resto de local como espacio polivalente, pintándolo únicamente de negro sus paredes y techo.

La intervención propiamente se plantea como una instalación de madera, tipo “cápsula” dentro del espacio vacío del local, que delimita el lugar de trabajo y sala de reuniones. Las zonas de archivos, almacén, zona expositiva, maquetas o de taller de uso ocasional se sitúan fuera. Espacios de instalaciones y aseos se ubican ya en una posición definitiva y en el lugar menos conflictivo para futuras remodelaciones.

La “caja de madera” habitable es totalmente sincera en su planteamiento constructivo y se diseña mediante una serie de montantes y paneles de viruta orientada, de tal forma que sea completamente reutilizable si en un futuro la situación económica permite una remodelación y actuación en toda la superficie del local.

La fachada únicamente se altera en la apertura de un hueco para iluminación natural de la “caja”, a modo de tronera. El resto, mortero gris y la puerta de chapa existente de acceso a local, se mantienen tal cual.

El local se convierte en “manifiesto” del despacho, que apuesta por adaptarse a las condiciones particulares de cada caso, y en estos momentos, atender especialmente al factor económico. Se pretende buscar la singularidad de la propuesta precisamente poniendo en valor la situación actual que exige ideas nuevas, frescas y esfuerzo continuo. El cliente quedará sorprendido no por los acabados excelsos o materiales perennes,  sino por la novedad del planteamiento, la  sinceridad constructiva, la adecuación de medios e ideas, y el diseño que rompe con lo mediocre y “el quiero y no puedo”

Galería realización

Participaciones en arquia / próxima

II Edición 2008-2009