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 La distribución de los enterramientos a partir del crecimiento de geometrías vegetales permite ofrecer un resultado que no muestra finalización alguna. De este forma, el cementerio se percibe inacabable, parte de la naturaleza del lugar.

Desde tiempos remotos el ser humano se dio cuenta del poder de atracción y belleza de las flores, las cuales se fueron utilizando para exaltar la belleza propia de personas y lugares, generando una sinergia en la actitud y comportamiento humano. Se inició por tanto un código para expresar actitudes y sentimientos estableciendo una transferencia de significados en relación al compuesto floral.

La propuesta parte de la interpretación del lugar, un terreno reservado para la construcción de un cementerio por fases. Este lugar había sido anteriormente objeto del vertido de tierra de otro solar conformando un estrato de 4 m. sobre el nivel original. Como consecuencia, los arboles existentes habían quedado insertados en dicho estrato, ofreciendo sus copas como señal del paisaje oculto. La razón de este vertido por parte del Ayuntamiento la encontramos en la imposibilidad de escavar los 2 m. en este terreno de la zona, debido a la piedra de La Alcarria, la cual aflora en su superficie.

La propuesta crea un nuevo paisaje a partir de la interpretación de este hecho que ocurre entre árboles y de la inserción, por otro lado,  del valor simbólico que posee la forma vegetal en el acto del enterramiento. Se crea, por tanto,  un medio coronado, el cual puede ser respetado e integrado en un nuevo paisaje.

Los enterramientos de la primera fase se organizan para conseguir el máximo número de unidades evitando la percepción de masificación. El primer patio de enterramiento se concibe como un lugar de reposo en torno al árbol que se encuentra en su centro, el cual es conservado desde el principio. Esta forma de ocupación anuncia un paisaje que interpreta el estado actual del terreno alrededor de los árboles.

La primera flor es distinta a las demás; se trata de la flor que contiene el tanatorio. Ésta se abre hacia el cielo de forma espiral y pone en contacto los distintos niveles  (0.00, +2.00 y + 4.00)  con accesibilidad total. El ascenso de la cota 0.00 a la +2.00 se realiza de forma progresiva debido a la necesidad de conservar el suelo de La Alcarria intacto. El patio resultante es denominado “flor de las cenizas”.

La segunda flor es denominada “flor del osario” y hace referencia al programa de crecimiento del cementerio, el cual ubica de forma orgánica cada una de sus partes.

La tercera flor es la de mayor dimensión. Esto se debe a la necesidad de recuperar el ritmo de construcción de enterramientos del cementerio en la segunda fase, debido a que durante los primeros años se reduce el ratio por la construcción del tanatorio.

El resto de los enterramientos se suceden a través de flores de distintos tamaños que permiten ofrecer la intimidad deseada a cada grupo, en relación directa con los árboles que rodean.

 La distribución de los enterramientos a partir del crecimiento de geometrías vegetales permite ofrecer un resultado que no muestra finalización alguna. De este forma, el cementerio se percibe inacabable, parte de la naturaleza del lugar. Se parte del respeto de los árboles, los cuales son rodeados por los nuevos taludes, que de forma suave, recogen la tierra vertida sobre la parte norte de la parcela. Ese relleno constituye la base conceptual del proyecto, pues preserva el suelo de la Alcarria intocable y genera un nuevo paisaje, por otro lado próximo al sueño.

Galería realización

Participaciones en arquia / próxima

III Edición 2010-2011
II Edición 2008-2009 [Catalogada]