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…donde el señor José me dijo que una vez le vio las orejas al demonio.
En un antiguo emplazamiento Celta, difuminamos la construcción adosándola a un corte de la montaña, como una prolongación de la misma, abierta a la pendiente y al rio, enmarcada en acero, como un telón de fondo cambiante. El objetivo era articular una edificación basada en la semejanza con las muras tradicionales de viñedo de la zona. Puede entenderse como un paraninfo, un teatrillo, una sombra, un experimento, un juego, un parladoiro divergente; un trozo del laberinto. Así, nos fuimos limando todos, y supongo que entendimos que al final siempre cabe un poco de desequilibrio en cada cosa. Estas y otras cosas pasaron entre tapas de sardina con tomate y chupitos de licor café, en el bar de Ángeles, donde el señor José me dijo que una vez le vio las orejas al demonio.