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Reforma de un piso en la calle Borrell de Barcelona

La imagen de la arquitectura del Eixample está inexorablemente asociada al modernismo de principios de siglo. Pero lo cierto es que una gran parte del Eixample fue edificado a partir de los años 60, un momento en el que la rentabilidad económica de la inversión empezó a tener un peso mucho más importante que la representatividad de la arquitectura burguesa del 1900.

Este es el caso de este piso en la calle Borrell, prototipo de la arquitectura de los años 70, con una tipología en planta de gran profundidad (29,30m de largo), un ancho de 3,25m en sus partes más estrechas y una altura libre de 2,80m; con únicamente dos ventanas hacia el exterior (en los dos extremos); y con dos patios intermedios que, dada la posición del piso en la primera planta del edificio, a duras penas aportan ventilación o luz.

¿Cómo actuar dentro de este perímetro tan restrictivo espacialmente, pero que a su vez no cuenta con un solo elemento estructural en su interior? ¿Cómo actuar sobre las preexistencias de una arquitectura sin atributos destacables?

El proyecto propone repensar la distribución desde una óptica casi urbanista, reestructurando el piso a partir de dos piezas de servicios alrededor de los dos pasos de instalaciones existentes: una de ellas cerrada –los baños– y la otra abierta –la cocina–. Alrededor de estas dos áreas rodeables se sitúan una serie de espacios interconectados que pueden ser más públicos o más privados según el grado de apertura de una grandes puertas correderas de madera.

A falta de unas preexistencias que dieran carácter a la materialidad del piso, el proyecto propone la creación de un nuevo vocabulario constructivo y estético que unifique el conjunto. Los materiales naturales (madera, mármol) y los colores claros portan calidez y luminosidad. Los nuevos elementos comparten con el perímetro del piso una geometría recta precisa, pero pierden rigidez con pequeñas desalineaciones en su colocación, que contribuyen a aportar una sensación de dinamismo y a no entender el piso como una serie de espacios cerrados y delimitados, sino como un flujo continuo.

De entre las diversas piezas hechas a medida en madera de abedul contrachapada destaca la mesa del comedor, que a petición de los clientes, debía ser extensible para permitir acoger a un gran número de personas en ocasiones especiales.

 

Participaciones en arquia / próxima

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VIII Edición 2020-2021
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