En 2015 el Colegio de Arquitectos de Valencia realiza un concurso con el objetivo de abrir sus instalaciones a la calle y a los ciudadanos. Una oportunidad para actualizar y repensar el Colegio creando nuevos espacios para nuevos usos.
El proyecto materializa de forma física esa deseada conexión de la sede con la ciudad desdibujando el límite de la calle. La nueva entrada ofrece un desahogo en la calle invitando a los ciudadanos a entrar. El Colegio, en planta baja, deja de ser estrictamente un sitio reservado para colegiados y pasa a ser un lugar público. Se da paso a un nuevo recorrido urbano resolviendo también la accesibilidad hasta el patio entonces olvidado y ahora núcleo de actividades culturales.
Esa deseada conexión calle - patio se realiza mediante un pasaje distribuyéndose como un espacio continuo, comenzando con la entrada a doble altura, posteriormente el espacio se constriñe para acabar desembocando a nivel del patio. La entrada actúa también como punto divisorio de los flujos procedentes de la calle, los visitantes, y los colegiados y trabajadores. Una vez se ha atravesado el umbral de entrada, nace la nueva escalera de mármol la cual se conecta con el núcleo vertical existente siendo ésta una continuación del mismo, respetando así la idea original del proyecto. El espacio de conexión con el patio es también un lugar de actividad, diseñado para ser flexible ya que éste puede cambiar según las necesidades de la actividad que se vaya a desarrollar. Un espacio diseñado para albergar exposiciones y conferencias abiertas a todo el público.
Se otorga mediante una celosía metálica una nueva fachada que separa los espacios ahora públicos de los privados recorriendo toda la planta baja, delimitando asá la zona de uso público y aportando una imagen unitaria a toda la intervención.