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  • Vivac. Refugio.


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Escuela de montañismo y Albergue para montañeros en la Hoya de la mora, Sierra Nevada.

CONCEPTO

Refugio. Del lat. Refugium: Asilo, acogida o amparo (RAE, s.f., definición 1)

  

Vivac. Del fr. ant. bivac.: Campamento, especialmente militar, instalado de manera provisional para pasar la noche al raso. (RAE, s.f., definición 1) Acampada al aire libre. Hacer vivac. (RAE, s.f., definición 2)

  

El acto de hacer vivac es una forma de refugiarse, buscar asilo o amparo de manera provisional, efímera y a veces improvisada. La forma más sencilla, evidente y primitiva de hacer arquitectura. Una intervención que involucra y aprende de la naturaleza para encontrar la mejor ubicación con el fin de protegerse del viento, el frío o la nieve de la manera más eficaz. En severas condiciones de alta montaña el ingenio se vuelve crucial aunque los medios y soluciones no dejen de ser básicos: basta con una gran roca o un simple “muro” de piedras encontradas en el lugar y apiladas por el montañero para paliar el empuje del viento y una ligera estructura de cuerdas que atirantan una lona transportada en la mochila para cubrirse de las precipitaciones y el frío. En ciertas situaciones la cubrición se realiza con ramas o troncos caídos de los bosques circundantes que recuerdan a la descripción de la cabaña primitiva de Laugier. Para el cual la arquitectura no era más que la respuesta del hombre a la protección de las inclemencias del tiempo.

 

LA HUELLA DEL HÁBITAT

Cuando se produce el deshielo, en la colina oeste, se descubren trazas de una antigua edificación. El Parador Nacional de Sierra Nevada, ya desaparecido, fue un edificio de los años sesenta construido en madera sobre muros de piedra, a la tradición alpina. Constituyó una de las construcciones más importantes del lugar. Un incendio en 2006 lo redujo a cenizas, y de él sólo queda la huella de su construcción.

 

¿Es posible la recuperación de un paisaje degradado? ¿Son las ruinas los lugares idóneos para regenerar un paisaje natural?

 

Aquello que resta del Parador Nacional de Sierra Nevada, sea válido o no, forma parte del patrimonio contemporáneo de la Hoya de la Mora. Bajo cualquier origen, la ruina expone una realidad desordenada, degradada… fruto del declive de su territorio. Presente en la memoria colectiva, este espacio abandonado y en desuso, resulta una cicatriz en el paisaje. De hecho, toda construcción nueva realiza una herida en el territorio, ya sea en la cantera proveedora, en la excavación, en el transporte…Por ello, es necesario ser consciente de la energía –material, física, ambiental– depositada en estos espacios indecisos, como las ruinas del parador, donde se puede fabricar un nuevo paisaje desde la sostenibilidad y el respeto por el entorno. La ruina desempeña el papel de espacio libre, vivo y fértil susceptible de ser algo nuevo y diferente.

En palabras de Souto de Moura, el concepto de ruina por el que se siente más atraído, es aquel que se aleja más de su significado. Ajena a la ruina romántica, la ruina “disponible”, en sentidos materiales, es aquella capaz de generar una nueva obra de ella misma. El antiguo parador, construido en pendiente, transformó a su gusto el terrenomediante un sistema de muros de contención y plataformas aún vigente. Esta actuación, desde una mirada consciente, debe aprovecharse como parte de una nueva acción.

Resulta lógico, dada la preexistencia del Parador Nacional, reutilizar aquello que resta de su construcción para la localización de la intervención. En la práctica del vivac lo más importante es encontrar el lugar preciso para situarse, saber reconocer cuáles son las virtudes del entorno y aprovecharlas. De esta manera, recuperar muros y plataformas existentes en la ladera suroeste (número mayor de horas de insolación) se muestra evidente. No solo desde una perspectiva de economía de medios, si no para una mejor eficiencia energética y protección frente a la climatología. Bajo la protección de los Peñones de San Francisco y el resguardo de los muros de contención este espacio recibe en menor medida el empuje del viento de Levante y Tramontana. El proyecto aprovecha la preexistencia y su energía para reconciliar la ruina con su paisaje pero además la nueva arquitectura responde a la preexistencia en su integración y revalorización.

 

El paisaje de montaña de muros de piedra, laderas resplandecientes de pizarra y alfombras de borreguiles se ve representado en la actuación, cuya sensibilidad paisajística se revela desde la forma y posición en el paraje. La intervención persigue la integración en la Hoya de la Mora de un cuerpo reconocible en su forma e intenciones como parte del territorio. Generando, en su desarrollo a lo largo de la huella del antiguo parador, refugios frente al viento para la biodiversidad (jardín de especies endémicas) y las actividades programáticas (patio de entrenamiento). Sus accesos, a pie, recuperan el sentido de recorrer un territorio como el de Sierra Nevada delegando a un segundo plano los accesos rodados. El proyecto se revela como un ente dinamizador del territorio mediante actos de recuperación natural de un espacio degradado como el de la Hoya de la Mora.

 

EL EDIFICIO

Cubrirse, protegerse del viento y aislarse del suelo. Una tienda de campaña de grandes faldones que deslizan la nieve. Muros de piedra que parecen surgir de la montaña inteligentemente situados para cortar el viento. Vigas que llegan a apoyarse en los muros como en las construcciones primitivas. Estructuras que nacen del terreno como tirantes de una carpa. Construcciones de madera elevadas sobre el terreno. El edificio se concibe como la construcción más lógica de acuerdo al concepto de vivac y refugio.

 

El proyecto gravita en torno a la idea de generar una solución acorde al lugar, climatología, preexistencias, naturaleza y usuario a partir de una arquitectura caracterizada por grandes faldones inclinados, aleros y una estructura porticada de madera. La disposición en el lugar responde a las necesidades del proyecto (edificio y preexistencia) frente a las inclemencias del tiempo (viento y nieve). Una arquitectura de ida y vuelta con la huella de la antigua construcción, recuperando visuales, espacios y volumetrias. El edificio se protege hacia el norte y el oeste (viento, carretera, Pradollano...), orientando las cubiertas a un solo agua en esas direcciones; construyendo una arquitectura de resguardo que se abre y comunica a su interior. A su vez, la disposición y orientación de los cuerpos dialoga con el terreno generando continuidades con el terreno (cubiertas y colinas ascendentes) y espacios refugiados frente al viento en el exterior. Jardín y patio de tecnificación, cada uno de ellos asociado a un cuerpo, construyen paisaje y transferencias entre la arquitectura y el territorio. De esta manera, cuando el tiempo lo permita, se podrá entrenar en el exterior o admirar un espacio de crecimiento de especies endémicas de la Sierra.

Sensible y consciente de su condición paisajística, el edificio busca mimetizarse con su entorno sin caer en copias vulgares de la naturaleza, desde una visión contemporánea de la arquitectura. 

 

Aislarse del ruido y acercarse a la naturaleza. En muchas casos parece una necesidad, y así lo es, para aquellos que buscan la montaña. Se ha proyectado un edificio hermético frente al exterior, el viento, la nieve...y atento, cuidado y reflexivo hacia el interior. Vigas de gran canto, lucernarios y grandes pilares dominan el interior jerarquizando los espacios según la crujía (cinco para uso docente y cuatro para uso residencial). Cada pórtico que conforma la estructura se encuentra formado por un conjunto de pilares sobre los que apoyan unas grandes vigas de madera, en algunos casos partidas para permitir la entrada de luz por lucernarios. Su sobredimensionamiento busca la expresividad de la estructura y la creación de espacios y recorridos seguros bajocubierta frente a la nieve; que aunque escasa en algunas ocasiones puede llegar a los tres metros de altura. Su aislamiento frente al terreno (forjado sanitario) genera una entrada al edificio que facilita su uso durante la temporada de nevadas.

 

Bajo los faldones, en su interior, nos encontramos espacios abuhardillados conectados visual y lumínicamente donde las particiones rara vez alcanzan el techo. De esto modo se consigue la sensación de espacio único en toda su extensión. En su desarrollo por diferentes cotas se disponen galerias, entreplantas, balcones y ventanas que generen miradas cruzadas desde la altura. Durante la escalada el sentimiento de libertad y poder desde las alturas al paisaje es pleno, el edificio busca la creación de espacios esbeltos y observables desde su planta superior.

 

Construcción en madera laminada. Sostenible, modular y reversible. Se precisa de un sistema constructivo rápido y eficaz para su posible realización en los meses previos al invierno. La madera, estructuralmente o no, funciona de manera extraordinaria en paisajes de alta montaña. Proporciona aislamiento frente al frío, confort interior y estanqueidad. La solución en cubierta, dada su mejor respuesta frente al agua, se ha decidido usar un material metálico resplandeciente, semejante al brillo producido de la montaña al sol. La concepción, en cualquier caso, es de producir un edificio de calidad y honestidad constructiva en el que se reflejen espacios confortables en el que los montañeros se puedan sentir identificados.

  • Información
  • Autoría

    Clasificación / Tipología

    Master
    propuesta
    Edificación
    Urbanismo
    Paisaje

    Ubicación

    Monachil | Hoya de la Mora

    Otra información

    Fecha Inicio: Octubre 2022

Participaciones en arquia / próxima

IX Edición 2022-2023