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  • TIPOS RAROS

    Torremolinos
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TIPOS RAROS

Torremolinos antes del boom turístico tiene una arquitectura popular, de casas bajas, blancas, encaladas, entre la montaña y el mar, rodeadas de huertas y espacios verdes vírgenes. A partir de 1959, se convierte en uno de los principales destinos turísticos internacionales gracias al clima, la gastronomía y la tranquilidad, también a su proximidad con el aeropuerto de Málaga. La llegada de los primeros turistas: intelectuales, bohemios, hippies y artistas, impulsa la entrada de divisas en el país y crea un ambiente permisivo dentro de la dictadura. La arquitectura de Torremolinos se transforma entonces para recibir la modernidad. Se construyen hoteles, apartamentos y salas de fiesta. Estas nuevas arquitecturas están influenciadas por el movimiento moderno, pero se transforman en cuanto tocan la realidad material del territorio. Es un momento y un lugar de experimentación, tanto a nivel arquitectónico como social.

Durante la década de 1960 se construyen proyectos de gran valor arquitectónico, algunos ejemplos son: el Hotel Pez Espada (1959) de los arquitectos Juan Jáuregui Briales y Manuel Muñoz Monasterio, primer hotel de lujo y exponente del llamado “estilo del relax”, el Complejo Playamar (1964-1969) del arquitecto Antonio Lamela, que se compone de veintiuna torres de quince plantas cada una y un total de 945 apartamentos, con zonas ajardinadas y abiertas que recuerdan a propuestas utópicas de Le Corbusier, Los Manantiales (1965-1969) del arquitecto Luís Pagán, inspirada en Torres Blancas de Sáenz de Oiza o el Palacio de Congresos y Exposiciones de la Costa del Sol (1970) de los arquitectos Gerardo Olivares y Rafael de La-Hoz. Todos influenciados por el movimiento moderno, estilo racionalista y funcionalista que busca la pureza de la forma. Además, cuentan con espacios asociados al disfrute: terrazas, piscinas, zonas ajardinadas y pasajes. Pero la complejidad de la ciudad se materializa con rejerías, muebles tapizados de skay, superficies de ladrillo o madera junto a superficies lisas y blancas. Se produce un mestizaje de lenguajes arquitectónicos a través del cual se consigue diluir la rigidez del movimiento moderno y dotarlo de autenticidad en la Costa del Sol. Se copia lo moderno, se mezcla con lo vernáculo, se transforman, y se crea un nuevo vernáculo, ¡no se rechaza nada! Este nuevo vernáculo propicia unos espacios ambiguos y un gradiente público-privado, donde se potencian vínculos sociales y afectivos. Esto permite que nuevos modos de vida, expresiones más libres de lo humano, se hagan visibles, apoyándose en unos tipos arquitectónicos raros, que acogen y protegen.

El Pasaje Begoña (1962) es el tipo arquitectónico raro que ejemplifica el momento de experimentación arquitectónica y social en Torremolinos. Atraviesa el edificio de mismo nombre, Begoña, que cuenta con apartamentos en sus plantas superiores y salas de fiesta en sus plantas inferiores. El pasaje es un mestizaje entre la corrala de vecinos y el pasaje comercial: la corrala y su centralidad es lo común, lo conocido y lo tradicional, mientras que el pasaje y su direccionalidad es la modernidad, lo nuevo y la experiencia contemporánea. Cuando llega la noche acoge y protege a los tipos raros gracias a sus cualidades arquitectónicas, espaciales y sensoriales: la alta densidad de locales de tamaño reducido, el quiebro del pasaje en planta, los espacios que se suceden en un gradiente entre lo público y lo privado, las numerosas salas para elegir, las músicas de distintos estilos que se mezclan, los carteles de neón, las escaleras que bajan a las pistas de baile, la colectividad, las escaleras que suben a apartamentos, la intimidad y los cuerpos deseantes. Deseosos de ser visibles, deseosos de existir. Esta suerte de tipo raro se prolonga hasta la noche del 24 de junio de 1971, en la cual tiene lugar la conocida como Gran Redada, donde se detiene a un centenar de personas y se clausura el Pasaje Begoña, que nunca vuelve a ser lo que fue.

“Y soñamos con esta arquitectura que mezclaba a Palladio con la morería, el tejadito tirolés con la pérgola, y soñamos aún más mezclas, nuevas palabras que empezábamos a balbucear. […] Aquí aprendimos que Torremolinos era un posible urbanismo que unía el zoco con el mundo del plástico, el intento de un esperanto internacional de los símbolos arquitectónicos.” (Guillermo Pérez Villalta, cortometraje: Málaga es letal, 1984)

Enlace al trabajo de investigación completo. 

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IX Edición 2022-2023