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En un momento delicado para la imagen social de nuestra profesión, reflexionar sobre como ha llegado a ser partícipe imprescindible del gran expolio inmobiliario puede ser un buen aviso para aquellos que aspiran a incorporarse a la misma. Sabemos del potencial de la arquitectura para mejorar el mundo y crear maneras diversas de estar en él y sabemos también del potencial inverso de la misma en manos enfermas para destrozar nuestros modos de vida y paisajes. Conociendo ya la cadena de personajes implicados en el derrumbe de nuestra economía y el “Gran Timo” social vamos a imaginar una arquitectura contradictoria capaz de activar lo mejor del paisaje y que sirva a la vez de sitio de penitencia para sus usuarios. Atónitos ante la impunidad que demuestran con la justicia de nuestro país, los implicados serán enviados a un lugar de justicia más avanzada y de clima extremo para que reflexionen sobre sus desmanes.