Situado en la margen izquierda del río Guadiana, junto al Puente Lusitania, sirve como elemento ordenador de una zona de expansión del casco histórico en su transición hacia la nueva ciudad. El Palacio de Congresos ha sido concebido como una pieza unitaria, masiva, plegada en continuidad sobre sí misma para definir los llenos y vacíos que conforman un nuevo espacio público ligado al propio edificio: una gran terraza o balcón sobreelevado se asoma a la ciudad y articula los elementos fundamentales del programa. Esta plataforma actúa como nexo entre los dos auditorios y permiten su funcionamiento independiente de las áreas de congresos y exposiciones que se sitúan en las plantas inferiores. El material del cerramiento constituye uno de los principales argumentos del proyecto y caracteriza su imagen. Lo que exteriormente es percibido como un sólido y masivo volumen vaciado en su interior, es en realidad un entramado estructural modulado de hormigón armado, en el que un cerramiento de grandes paneles de hormigón prefabricados se maclan para ofrecer un aspecto continuo y rugoso. Esta cara exterior áspera contrasta con el acabado metálico y vítreo de las cajas de los auditorios.