Se trata de una vivienda unifamiliar fuertemente caracterizada por la situación en la que se inserta en el paisaje. La acusada topografía del lugar hace que la parcela tenga que solventar un gran desnivel entre las estribaciones meridionales del Monte de Sancha y el Paseo de Sancha, situado ya casi a la cota del nivel del mar. Se trata de una obra del arquitecto Fernando Guerrero Strachan datada en los primeros años del siglo XX y restaurada en 1.986 por Antonio Valero Navarrete.

La villa se levanta sobre un solar de 1.360 metros cuadrados y se formaliza mediante un enorme zócalo que a modo de talud cierra la parcela al Paseo de Sancha, situando la cota principal de la misma a la altura de la calle Monte de Sancha, vía que formaliza el alzado Este de la parcela. El cuerpo principal de la edificación se levanta retranqueado respecto a la alineación con el Paseo de Sancha con el fin de conseguir unas mejores perspectivas además de dejar las cotas inferiores, situadas en las primeras crujías hacia el citado paseo, para todas las instalaciones de servicios.

Ambas construcciones usan a su vez lenguajes ornamentales diferenciados: si en la construcción adosada al talud hacia el Paseo se pone en juego un lenguaje cercano al neo-mudéjar, con la aparición de mosaicos y el uso del ladrillo cara vista como elemento ornamental, en la pieza principal aparecen rasgos comunes a otras obras cercanas en el tiempo del mismo autor, como pueden ser los importantes tejaroces de teja cerámica vidriada y sustentados sobre importantes elementos de madera, la aparición de escudos heráldicos en fachada, así como la leve insinuación de algunos elementos modernistas en el conjunto.