La fachada ha sido piel, hueso y articulación del edificio a lo largo de la historia. Es por tanto, que la fachada como elemento arquitectónico tiene un bagaje de connotaciones infinitas, llegando a su máxima representación cuando en los edificios de vivienda los habitantes la colonizan. Ayudados por elementos como balcones, ventanas y terrazas, la fachada pasa a ser subordinada de la cotidianidad. Es por esto que la fachada del futuro ha de entenderse como un reflejo de la sociedad que la habita.

La estrategia que se plantea consta de dos apartados.

En primer lugar se diseña un sistema que pueda ser replicable hasta el infinito y que constituya la piel exterior del edificio. Este sistema se basa en marcos deslizables de acero con diferentes diseños.

Por otra parte, dichos diseños se plantean como una solución que responde a un ciclo cerrado de reutilización de materiales provenientes de plantas de reutilizado.

Una envolvente que no es sino la mayor definición de futuro porque está construida con el pasado y representa la diversidad del presente.