Se trata de proyectar  un  centro médico de 18 consultas en el interior de una manzana de ensanche  de los años setenta en Málaga, un espacio presidido por traseras y  medianeras, un lugar doméstico y privado. Proponemos encerrar las  consultas en el interior de un muro en torno a un patio, como dos  pabellones amurallados ajenos al indiscreto mundo de ventanas,  tendederos, antenas y aparatos de aire acondicionado que pueblan los  alzados interiores de las viviendas. Así, además, las consultas están a  mano, sin circulaciones verticales, siempre mirando a nuestro patio: un  tiempo lento. También teníamos que resolver una serie de usos  auxiliares, administración, aulas, bibliotecas, salas de reunión…,  pensamos que todas estas dependencias están a caballo entre lo público  de la calle y lo privativo de las consultas, por lo que proyectamos  apilarlas y que favorezcan el encuentro entre el edificio y la ciudad  que aparece a través de la avenida del ensanche: 10 plantas de altura,  tráfico, velocidad, un tiempo rápido y urbano. El proyecto resulta de  estos dos tiempos y acomodos: el basamento y la torre, el primero ofrece  accesibilidad y silencio, el segundo, representatividad y miradas a la  ciudad, entre los dos una grieta, un adarve que procura el acceso.