Cuando una pareja franco-italiana decide instalarse en Bruselas sueñan con una gran casa belga adaptada a su forma de vida.

La tipología habitual casas belgas de principio del siglo XX se caracteriza por una estrecha crujía entre medianeras, tres habitaciones en una fila y un largo y estrecho jardín dentro de un gran espacio verde en el interior de la manzana.

Nuestros clientes quieren utilizar las tres últimas plantas de la casa para su familia conservando el acceso y el uso del jardín y poder alquilar un apartamento en la parte baja de la casa.

Transformamos la casa belga aportando un espacio de transición, descompresión y de conexión entre la planta baja y la primera que permite a la vez el acceso al jardín y una doble altura hacia la escalera.

La fachada principal y noble de la casa se orienta hacia la calle al norte, las habitaciones de servicio, más pequeñas y con medias alturas en la parte trasera y el espacio central se queda bastante oscuro dado el clima y la luz escasa de Bélgica.

Nuestra principal intención es girar la casa hacia el jardín situado al sur, crear espacios de gran tamaño y a través de una fachada con grandes aberturas y abrir la habitación central sobre la escalera para captar la máxima luz posible.

Decidimos transformar el jardín y excavar una plataforma a nivel del sótano, dotando al dúplex de una terraza privada. Creamos una doble altura de unos siete metros de alto que conecta la planta baja con la habitación un ventanal hacia el jardín ilumina todo el espacio y  revaloriza esta última planta.

Los padres se reservan la segunda planta que dotamos de una terraza.

En la parte alta se recupera el desván como espacio para juegos, las dos habitaciones de los niños tienen una configuración que permitirá en un futuro convertirse en un apartamento de estudiante.