Fisterra
Cheguei a Fisterra, alí onde
o sol desmaiado e silandeiro
morre no mar como unha bágoa.
Todo o peso da lenda
cae no meu corazón:
tal unha pedra
no escuro noitébrego dun pozo.
Ollo pasar o vento
purísimo e despido:
a súa voz é laio arrepiado
na imprecisa néboa do meu ser.
Cheguei ata Fisterra,
fin do mundo:
aquí
o tempo inmobilízase
e a vida comeza a súa
inexorábel conta cara atrás.
(Manuel María. 1982. Versos do lume e o vagalume. Peregrinaxes)
Las pocas intervenciones que se llevaron a cabo en la península de la Torre mantienen en cierta medida la imagen original del entorno. El tratamiento de estos elementos naturales, en su vertiente poética, se relacionarán con la literatura de Manuel María para recordar al poeta.
La resonancia que ofrece tanto su obra literaria como el conjunto de su actividad personal de gran trascendencia en la vida social y cultural de Galicia se pretenden condensar en un espacio singular de la península de la Torre, evocando el Finisterre herculino, donde pasó los últimos años de su vida.
Será un lugar donde disfrutar las puestas de sol, un pozo de piedra para escuchar el viento, sentir la niebla y notar que el tiempo para. Un espacio homenaje que hable de Manuel María a través de su propia voz, su obra literaria.
La propuesta es un recorrido a través de un espacio abierto. Siguiendo los caminos que recorren la loma sur, se encuentran una serie de muros en ruinas que enmarcan diferentes visiones del entorno y que recuerdan el paso del tiempo, el discurrir del día y de la vida hablados por él. A continuación, se baja para protegerse del viento, del mundo. Se reflexiona, sin prisa, hasta el momento de continuar el viaje hacia adelante, teniendo conciencia del ciclo vital del que no se puede escapar. La línea del horizonte enmarcada, la visión del fin teniendo todo un camino por delante.