Había que convertir un almacén de aperos de una parcela rústica e n un pequeño refugio en el campo.
Así me llegó el encargo, mi primer proyecto, de la mano de un amigo, y para los padres de una amiga de la infancia.
Un programa mínimo, tan sólo una habitación y un baño más un estar. Un presupuesto muy ajustado.
Junto al almacén una pequeña montaña caracteriza la parcela. Una suave colina, pero que todo el mundo recorre contemplando el paisaje.
La propuesta cambia un almacén por otro. Pero éste les permite conectarse a la montaña.
Con una operación sencilla se genera el proyecto, elevar el terreno; una pala clavada en la tierra.
En el interior se vive bajo una losa inclinada de hormigón. Huecos pequeños controlados miran a la montaña, un gran hueco vertical mira al paisaje.
El exterior de un mortero grueso con arenas y gravas de la parcela, permitirá que con el tiempo la vegetación cubra la casa y la convierta en un elemento más del paisaje.
La casa no era el objetivo, era el medio para poder disfrutar de un trozo de tierra propio.
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