La Bauhaus ha cumplido cien años y, a mi juicio, continúa lozana y frondosa. Es sorprendente que, con sólo catorce años de vida, objetos, productos industriales, obras plásticas y arquitectura resistan el paso del tiempo, a pesar de las dificultades y contradicciones en las que se vio sumida en los años de la República de Weimar. Tampoco es de extrañar por los alumnos y maestros que ocuparon sus aulas: Paul Klee, Wassily Kandinsky, Johannes Itten, László Moholy-Nagy, Lyonel Feiniger, Josef Albers, Günta Stolz, Walter Gropius, Mies van der Rohe o Marcel Breuer. Este es el relato que podemos contemplar en los documentales dirigidos por Niels Bolbrinker: Bauhaus. El mito de la modernidad (2017, con Kerstin Stutterheim) y Bauhaus Spirit. 100 Years of Bauhaus (2018, con Thomas Tielsch), en los que desfilan algunos de sus alumnos trasladándonos su experiencia artística y vital. Esta misma experiencia es narrada por su protagonista en el documental de Erich Schmid Max Bill. Un clásico del futuro (2008) que, a su vez, nos introduce en el mundo de la Hochschule für Gestaltung en Ulm, deudora de la Bauhaus, y de la cultura en la posguerra. Otros documentales como Kandinsky and the Russian House (Michael Craig, 2007) y Mies van der Rohe (Michael Blackwood, 1986), ofrecen una semblanza de dos de sus protagonistas más importantes: Kandinsky, uno de sus iniciadores, y Mies, su último director.