El proyecto nace de la elección de dos programas similares en proceso pero diferentes en ejecución, dos personas solitarias con un estilo de vida aparentemente distinto: una que disfruta con la música, y otra que lo hace escribiendo y leyendo novelas, para encontrar una idea que los relacione. Es entonces cuando aparece la escalera de doble hélice, en clara similitud con la estructura genética de todo ser, donde los dos accesos interaccionan, desarrollando un recorrido fácil e intuitivo, para decirnos que serán solo pequeños detalles los que caractericen cada vivienda. En este caso, ese pequeño detalle será ese momento de disfrute que debe aparecer en toda vivienda. Dos espacios de triple altura se relacionan, de modo que uno vive del sonido del otro, y el otro del silencio de éste, huyendo de toda característica de decoro basándose en otras características de la persona. Seguramente a los dos les guste cocinar, dormir, el silencio, el sonido..., como les gustará a las personas que seguramente habiten la vivienda en cualquier otro momento, pensando en la vida útil de la vivienda, y del habitante, y teniendo en cuenta que en una ciudad como Berlín, la vivienda no es algo para toda la vida.