El problema: un vestíbulo caótico, desordenado, anticuado, que no responde a las necesidades actuales y que no trasmite la metodología de trabajo de una empresa dinámica y moderna, Active Projects.

La solución: un espacio limpio, simple, donde los límites del dentro- fuera y el público-privado, las transiciones, se gradúan a través del color, los materiales y las texturas. Se eliminan las barreras físicas y opacas, recuperando un área abierta con múltiples capas, que permiten crear espacios de transición.

Tres acciones, tres espacios a configurar: la llegada, la espera y la oficina, junto con un escaso, escasísimo presupuesto nos obliga a jugar con elementos contundentes y de bajo coste.

El felpudo que te recibe , nada más entrar, se hace grande, ocupa el espacio configurando la llegada, establece el primer limite.

El color, el azul, se trabaja como un bloque, suelo, pared y techo, creando una caja que no tiene límites y que define la zona de espera y la oficina, dos espacios continuos pero separados, porque sus necesidades son diferentes. Esa separación, debe ser física, pero inmaterial.

La mampara, acero y vidrio, como un límite claro que da intimidad sin cerrar, que aísla sin encerrar. Un espacio para trabajar, para hablar sin molestar, para escuchar sin ser escuchado.

Tres elementos que se comen un exiguo presupuesto, del que solo nos queda un pequeño remanente, que es necesario invertir bien, para ayudar a resaltar las transiciones, los espacios… el banco como pieza de llegada y espera, que invita a sentarte, realizado en chapa, ligero, que se integra en los espacios.