Desde el momento del encargo, el nuevo restaurante de La Canica tuvo un marcado carácter urbano. Las características propias de local – un gran esquinazo con aceras estrechas y altura considerable– condujeron el diseño hacia la generación de un espacio de remate de la propia trama urbana. De esta forma se propone un ambiente con un fondo muy marcado: una medianera. Pocos elementos en la cuidad transmiten tanta información como las medianerías de los edificios, testigos del paso del tiempo y de las transformaciones sufridas, compuestos por gran diversidad de materiales y texturas.
Ese plano continuo de fondo - el cual aglutina cerámicos, sardineles, ladrillo hueco, vegetación, madera, papel -, es rematado superior e inferiormente por dos potentes planos. En este sentido queríamos dar la vuelta al esquema tradicional, material cálido en suelo y frío en techo. Colocamos un adoquín hexagonal clásico con la intención de provocar la continuación de la calle al interior del local. Opuestamente, una tarima de roble en espiga genera el plano de techo, provocando una sensación de relieve gracias a las diferentes direcciones de la madera.
Para potenciar más el ya mencionado carácter urbano, proponemos unas carpinterías correderas plegables de hierro – en un marcado color rojo, a modo de reclamo – y vidrio. Este sistema permite tener absolutamente abierto el local en todo su perímetro de calle.
Gracias al esquema de la medianera, se generan 4 zonas, 3 comedores y el volumen de barra. Sobre cada comedor una nube de esferas de vidrio iluminadas crea un clima cálido y sugerente. En la zona de barra, una gran estructura de madera maciza suspendida del techo hace la función de sobrebarra, mientras que el volumen de barra se resuelve de manera contundente con un volumen puro de mármol Macael.