Frente la bahía de Els Alfacs, los espacios exteriores de una histórica masía, habían quedado reducidos a intersticios residuales entre piezas autónomas para la explotación turística: unas pistas de tenis, la terraza de un restaurante, una piscina y un solárium. Ello era el resultado de pequeñas obras de mejora sucedidas de manera accidental a lo largo de cincuenta años, ante necesidades esporádicas de una humilde operativa turística. Este proyecto, que consiste en la mejora de dichos intersticios nace “sin encargo” del cliente—quien simplemente iba a realizar otra mejora más: las pistas de tenis—y con el objetivo de ofrecer un soporte infraestructural que encauce la incertidumbre de las transformaciones venideras.
De manera análoga a las terrazas agrarias del territorio circundante, el proyecto consolida grandes plataformas y aborda la definición de sus bordes y el intersticio entre ellas: pequeños rincones de encuentro, pavimentos y topografías. Todos ellos se construyen mediante un mismo material, la piedra de Senia, de una cantera cercana, que se incorpora en todos sus posibles formatos. El intersticio entre plataformas se convierte en una infraestructura por donde fluyen personas, energía y agua, hasta su acumulación en un aljibe subterráneo que permite el riego de los exteriores ajardinados con comunidades vegetales autóctonas.
Des-urbanizar, drenar y ciclo del agua
Sugerimos reducir una pista de tenis para poder incrementar la superficie exterior drenante y ajardinada delante de la masía. A parte de reducir la cobertura de suelo impermeable, la propuesta aprovecha la gran superfície de las pistas deportivas, así como sus recorridos perimetrales para el aprovechamiento del ciclo del agua. Por este motivo, se integran unas “acequias” colectoras que permiten visibilizar la escorrentía del agua en los episodios de lluvia estacional hasta su acumulación en un aljibe subterráneo que permite el riego de los espacios ajardinados. Estas, incorporan comunidades vegetales autóctonas, de muy baja demanda hídrica y una alta resistencia a la salinidad marina, como la santolina, la lavanda y la ginesta utilizado en las especies arbustivas y la morera en las arbóreas.
Aterrazamientos: soportes de actividad transformables
Las nuevas plataformas se entienden como apoyos permanentes de actividades cambiantes, resolviendo el momento presente del “mientrastanto”. Para su construcción, siguiendo la tradición vernacular, no se han extraído tierras, sino que se ha aterrazado el terreno y, a su vez, con el fin de reducir los residuos generados durante las obras, los derribos de las pistas anteriores se utilizan para la estabilización de las sub-bases de las nuevas pistas.
Cortes, retazos y gravas, de Sénia
El proyecto constructivo aborda, sobretodo, la definición de los bordes y recorridos entre las plataformas infraestructurales y, en este sentido, se toma una decisión pragmática: todas las soluciones constructivas parten del uso de la piedra de Sénia, sacada de una cantera a escasos 10 km, y se incorpora en todos sus posibles formatos desde su extracción, evitando la generación de material de escombro. Así pues, la propuesta utiliza piedra cortada de dimensiones estandarizadas para identificar pequeñas alfombras como puntos de encuentro; piedra rota de desperdicio del corte para dar continuidad a un pavimento “de fragmentos” existente, con una colocación embebida, entre aleatoria y reglada; la piedra en formato de grava en granulometrías varias como pavimento drenante, como agregado visto del hormigón desactivado y, en su formato más pequeño, como árido para los revocos tradicionales de los muros.