Comarca de la Axarquía, tierra marcada por la ancestral huella de tantos y tan dedicados agricultores. La tradición agrícola y su arquitectura vernácula nos lleva a resolver este proyecto desde la mirada al pasado.

 De ella se aprenden formas, estrategias y gestos que aplicados al uso y distribución de esta edificación nos conducen hasta el resultado. Una edificación de 1125 m² divididos en cuatro grandes espacios destinados al almacenamiento de productos y herramientas del mundo agrario, donde manejar y cuidar la materia prima hasta su venta. La volumetría refleja claramente esas formas tradicionales que se asoman en determinadas zonas del paisaje, de tal modo que a través de este aprendizaje se resuelven cuestiones como la evacuación del agua de las cubiertas, la organización de usos en las distintas naves seccionadas en pórticos y la lectura estética de los materiales empleados en sus fachadas. Se introduce un elemento de la era moderna en la fachada, el policarbonato, elemento muy presente también en algunas de las construcciones agrícolas como los invernaderos, que nos permiten el paso de la luz a la vez que nos impermeabiliza del exterior.

Un gesto de carácter pictórico enmarca cierta zona interior de la nave generando un punto colorido y cargado de luz que capta nuestra atención y dota de alegría y dinamismo a la actividad interior.

Una catedral de luz destinada a albergar la materia prima que procede de la tierra, un espacio de culto al campo.