Durante mi experiencia en la residencia artística "Selpia Contemporánea" en un pequeño pueblo de Córdoba, viví 15 días inmersa en la vida cotidiana de sus habitantes. La integración con la comunidad me permitió sumergirme en sus costumbres, conocer fragmentos de su historia y compartir el día a día con distintas generaciones, una experiencia enriquecedora que se convirtió en el punto de partida para mi proyecto artístico.
Exploré el entorno, estudié la arquitectura local y los cultivos que moldean el paisaje. Cada descubrimiento se entrelazó con el aprendizaje previo, alimentando mi creatividad y conduciéndome hacia la culminación de mi obra, que fue la creación de un mural a gran escala en el antiguo bar del pueblo. Un lugar que todo el pueblo reconoce y añora por sus vivencias allí.
El mural, concebido como un testimonio visual, refleja la conexión profunda entre la tierra, el crecimiento y la alegría que emana del entorno rural. Inspirado por el conocimiento transmitido a través de generaciones, decidí plasmarlo en colores vibrantes que celebran la vitalidad del lugar, pero de manera integrada y respetuosa con el entorno circundante.
Este proyecto no solo fue una expresión artística, sino también un acto de gratitud hacia la comunidad que me acogió durante esos quince días. A través del arte, buscaba honrar la riqueza de la vida rural, su historia compartida y la diversidad de perspectivas que encontré en cada conversación. La experiencia en la residencia "Selpia Contemporánea" no solo me permitió crear arte significativo, sino también tejer lazos duraderos con un rincón único de Córdoba que siempre llevaré conmigo.