Este mural en el barrio de San José, en Zaragoza, narra la evolución del barrio destacando su creciemiento gracias a la diversidad industrial que lo caracterizó. Un testimonio artístico que celebra la rica historia de su desarrollo.

El mural se erige como un testigo silencioso de la rápida transformación de San José. Las fábricas y talleres fueron el motor que propulsó dicho crecimiento, generando empleo y dando forma a la identidad del barrio.

En cada trazo, quise capturar la esencia de esa mezcla, permitiendo que los vecinos descubrieran, a través del arte, la historia del que hoy es su hogar.

Este mural se convierte así en un puente entre el pasado y el presente, un relato visual que invita a los habitantes de San José a conectarse con sus raíces y apreciar la diversidad de experiencias que han dado forma a su barrio.

En definitiva, este mural es un homenaje a la resiliencia de San José y a la fuerza transformadora de una comunidad. A medida que los colores y formas cobran vida en la pared, el mural se convierte en un recordatorio perdurable de la rica historia que une a los vecinos del barrio zaragozano.