La Casa Encendida de Madrid organizó un concurso para reflexionar sobre los vacíos urbanos, y más concretamente, sobre los solares.
En una ciudad como en la que vivo, donde en los planes urbanísticos siempre han tenido una gran aceptación las teorías haussmannianas, la cantidad de solares que se han creado directa o indirectamente es ingente.
La propuesta surge del dolor de los hechos y pretende una restitución metafórica de la ciudad perdida extensible a todos los solares nacidos como consecuecia de planes urbanísticos o politicas errónas.
No se trata de la consolidación de los vacíos urbanos de una manera material, sino mental, y casi sensorial. Mediante la colocación de espejos en lo alto de los solares la ciudadanía, al pasar y levantar la cabeza, verá lo que debería estar y no está: su ciudad.
En definitiva, una propuesta poética que pretende llevar al corazón de los ciudadanos un halo de melancolía, antesala de la esperanza.