El restaurante La Maruca supone el reto de transformar un conocido local de Madrid en una nueva idea, apostando por un modelo de hostelería actual que satisfaga las necesidades de un público cada vez más exigente. Para ello es imprescindible un análisis previo del perfil de cliente; un perfil conocedor de que la calidad de la cocina, el servicio y el diseño pueden ser conceptos compatibles entre sí y a un precio asequible.
Como siempre que se inicia el proceso de diseño de un local a partir de uno heredado, es necesario discernir claramente entre los aspectos desechables y los que suponen una oportunidad para la reinterpretación y adaptación al nuevo objetivo. Asimismo, se deben detectar inmediatamente las características propias del local, las favorables para potenciarlas y las deficitarias para mejorarlas.
Las características propias del local original a las que se tuvo que hacer frente eran varias y de diversa índole: un acceso general mediante una escalera, una línea de cerramiento muy próxima al desenlace de la misma, deficiente iluminación natural en su planta baja, así como su ausencia total en la planta -1. Para solucionar estas deficientes se adoptaron siguientes soluciones.
Con el fin de generar un acceso general al local con mayor presencia, al tiempo que se configura una terraza cubierta de considerables dimensiones, se ha retranqueado la línea de cerramiento del local. De esta forma se produce un interesante reclamo para el público desde la muy transitada calle de Velázquez.
El objetivo de la intervención es la definición de un escenario neutro, perenne en el tiempo, capaz de asimilar las diferentes actualizaciones que todo negocio sufre y supera a lo largo de su andadura.
Dicho contenedor se configura mediante planos horizontales en distintos tipos de maderas naturales y planos verticales revestidos con mosaico vítreo de hisbalit, generando una atmósfera acogedora y cálida, favoreciendo la iluminación clara y alegre del local.
La iluminación artificial se realiza mediante luces focales de baja potencia dirigidas a las mesas y multitud de sistemas que generan luces indirectas, logrando una iluminación funcional y agradable.
Como complemento de este escenario, se realiza una cuidadosa selección de mobiliario que da vida y función al contenedor. Diversos elementos decorativos hacen referencia a Santander, ubicándonos en diferentes lugares y épocas, siempre relacionados con la felicidad y la gastronomia. Cabe destacar las obras del artista Fernando Bermejo, protagonistas en varios ambientes del conjunto.