Cinc cèntims de creació local es un espacio de debate que nace el 2019 para reivindicar, potenciar y difundir la creación y producción cultural y artística de la localidad de Banyoles y su comarca.

El 2021, el ciclo centra su mirada en la obra de los cuatro arquitectos locales más reconocidos de la Banyoles del siglo XX, Francesc Figueres, Jordi Masgrau, Jeroni Moner i Josep Riera. Cuatro arquitectos que se suceden en el tiempo con propuestas que transitan entre el eclecticismo de los años 30 y 40, la racionalidad europea y el optimismo de los 50, 60 y 70 a la reivindicación del patrimonio histórico y la gran propuesta para los juegos olímpicos de los 80 y 90.

Las conferencias se estructuran como una charla de salón, entre los comisarios y tres personas que conocen a los arquitectos, desde el punto de vista profesional, de relación con la ciudad, y familiar, despertando el interés del público general y especializado.

La investigación en archivos públicos y privados, junto a las entrevistas realizadas para preparar el ciclo de conferencias, genera tanto material, la mayoría inédito, que se decide exponerlo para poder cotejar la evolución urbana y arquitectónica de la ciudad.

La primera decisión de la exposición es la localización de la misma en Mobles Tarradas (1974), una antigua tienda y almacén de muebles que ocupa un estrecho edificio con salida a dos calles. El proyecto, obra de Jeroni Moner, dio la vuelta a su limitante condición (una fachada extremadamente estrecha) convirtiendo toda su planta baja en un pasaje expositivo, el escaparate mas largo de la ciudad.

Cerrado hace 15 años y recientemente adquirido por la ciudad, este edificio no tenía aún un uso definido.

Su característico pasaje entre dos calles aparece como la respuesta ideal para esta exposición improvisada, acercando la muestra a los viandantes que sorprendidos veían puesto en valor edificios de su ciudad a los que quizás nunca les habían prestado suficiente atención.

El proyecto expositivo se materializa con un presupuesto mínimo, generando un sistema de varillas plegadas a modo de caballete que soportan otras varillas horizontales, dónde planos y fotografías de distintos tamaños y formatos quedan suspendidos a modo de partitura musical.

El ayuntamiento recoge el guante de la propuesta entendiendo que el uso ideal del edificio no es otro que el expositivo, y devolviendo a la ciudad un paso estratégico anhelado por muchos vecinos.