Cronologías (inicial;final): 1963;1970
El edificio se sitúa en el borde oeste del casco histórico de la ciudad de Cádiz, limitando el recinto urbano hacia el antiguo Campo de las Balas y el Baluarte de Santa Catalina. El edificio forma parte de la fachada urbana de la playa de la Caleta, donde se encuentran otros edificios singulares, como el Hospital de Mora (hoy día Escuela de Económicas y Empresariales), el Valcárcel (edificio neoclásico que espera pacientemente su rehabilitación y reconversión en hotel) o el Balneario de la Palma (sede del Centro de Arqueología Subacuática del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico). Se implanta en la parcela con una clara vocación de apertura al mar al que se enfrenta, abriendo un espacio libre en su fachada principal, en un gesto de reverencia hacia el vecino edificio de los Olivillos que resalta el compromiso urbano del proyecto.
El programa original como Escuela Oficial de Náutica y de Formación Profesional Náutico Pesquera era el siguiente:
Planta sótano: galería de servicios.
Planta baja: Secretaría, capilla, administración de la zona docente, sala de profesores, sala de juntas, aulas, salón de actos, talleres de máquinas y soldadura, laboratorio de electricidad, almacenes, duchas, aseos y taquillas.
Planta 1ª: Ala Norte: comedor, cocina, lavandería y sala de estudio de la residencia. Resto de dependencias: aulas, almacenes, despachos de profesores y aseos.
Planta 2ª: Ala Norte y Suroeste: dormitorios de la residencia. Resto de dependencias: aulas y acceso a la parte superior del salón de actos.
Planta 3ª: Ala Norte y Suroeste: dormitorios de la residencia. Resto de dependencias: aulas, laboratorio de idiomas, simulador radar y planetario.
Planta 4ª. Ala Norte: parcialmente ocupada por dormitorios de la residencia. Acceso a la azotea cubierta y escalera al puente de estudios.
Planta 5ª: Puente de mando.
El método de trabajo que siguieron Zanón y Laorga al proyectar este edificio partía de los siguientes axiomas: predisposición de abrir la sensibilidad a lo nuevo, no comprometerse con ningún dogma, y abandonar cualquier tendencia subjetiva. Todo ello para no dejarse arrastrar por la sensibilidad de la forma y poder prescindir completamente de temas estilísticos.
Tuvieron en cuenta también el medio ambiente en que se implantaba. Estudiaron concienzudamente la geometría del lugar en el que se situaría la escuela para ver lo que se podía hacer sin alterar el equilibrio del sitio. Para la composición se marcaron como objetivo conseguir, con un conjunto heterogéneo de funciones, una composición final homogénea. Evidentemente el carácter del conjunto edificado tenía que ser de una fragmentación de volúmenes debido a la diversidad de usos incorporados en el programa, pero todo esto fue unido pensando en la luz de Cádiz, en un equilibrio cromático limpio que unía todo y evitaba que cualquier parte pudiera ser vista sola dejando de formar parte del conjunto.
El acceso principal al edificio se realiza desde el espacio libre que se abre hacia la playa de la Caleta, patio marcado por la presencia del mástil, hacia un porche que distribuye los accesos a la escuela y a la residencia. La apertura de los lados del patio en ángulo obtuso fomenta la integración del edificio en el espacio urbano. A partir del porche de distribución, el recorrido por el edificio lleva al descubrimiento de otros dos espacios libres; un patio interior alrededor del cual se organizan las aulas de la escuela, y otro patio, originariamente abierto a la calle Matías, sobre la nave de talleres, y hacia el cual miran los comedores y dos de las alas de dormitorios de la residencia.
El compromiso urbano del proyecto se reconoce además en el hecho de partir de un edificio ya existente, una antigua escuela de la época de la República. Esta escuela ocupaba justo la esquina curva de la calle Matías con la avenida del Duque de Nájera, con un chaflán que resolvía el acceso y dos alas simétricas, siendo el ala Este de mayor longitud que el ala Oeste. Los arquitectos intentaron conservar lo máximo posible del edificio heredado; fundamentalmente la cimentación y parte de la estructura, pero sin renunciar a dotar al nuevo centro de la necesaria doble iluminación y ventilación. Por ello tuvieron que reorganizar la distribución original de aulas y pasillos, invirtiendo su disposición, de manera que los pasillos quedaron vinculados al exterior, con vistas hacia la playa de la Caleta, y las nuevas aulas se volcaron hacia el patio.
Los autores establecieron una altura constante de cuatro plantas. Emplearon para definir estos volúmenes un lenguaje racionalista que recurre al predominio del hueco horizontal para potenciar la imagen náutica del edificio de la escuela, y que cambia al hueco vertical alargado en las dos fachadas de la zona de residencia que se abren hacia el patio de acceso.
Las referencias al contexto se apoyan además en gestos expresionistas que hablan de la premisa irrenunciable de la continuidad de la fachada. Estos gestos son herederos de los experimentados en el vecino edificio de los Olivillos: la generosa curva que resuelve la transición desde el patio a la fachada de Duque de Nájera, o la rotunda proa curva que configura la esquina sur; en la antigua entrada del edificio preexistente. Reinterpretando desde el lenguaje náutico con ironía la tradición gaditana de las torres vigías, un ligero puente de mando de cubierta, sostenido por perfiles metálicos, flota sobre el edificio.
Según un informe de la empresa de control de calidad Vorsevi, la estructura se encuentra en mal estado. La fachada es de piedra caliza y ha sufrido mucho con la polución que ha generado el aumento de tráfico en el casco histórico desde que se construyó la escuela. Actualmente se están produciendo pequeños desprendimientos. Las carpinterías exteriores son metálicas y también presentan problemas de deterioro debido a la influencia del ambiente marino. Por esta razón, las carpinterías que cerraban el puente de mando, en aluminio en su color, fueron sustituidas recientemente. El cambio, en aluminio lacado en color blanco, desvirtúa la apariencia de este singular remate del edificio.
En 2010 se convocó un concurso d ideas por parte de la Junta de Andalucía para readaptar el edificio para oficinas administrativas de diversas Consejerías. La zona está experimentando una lenta rehabilitación tanto de sus edificios más emblemáticos, así como de las zonas libres.
Partiendo de la dificultad de actuar en una zona tan característica de Cádiz, el nuevo conjunto edificado pose múltiples virtudes que ofrecen carácter a la zona, formando parte de su identidad desde el mismo desde el momento de su aparición. No es solo una importante pieza de arquitectura, sino un ejemplo positivo de la implantación acertada de un edificio de finales de los años 60: una arquitectura moderna, inmersa en un paisaje clásico como es el de la Caleta, al que pertenece desde que se construyó y al cual singulariza desde ese momento. Las últimas noticias de su posible demolición y sustitución por un nuevo edificio produjeron un gran rechazo por parte de toda la ciudad.
Esta pareja de arquitectos hizo muchos e importantes edificios docentes y entre ellos la Escuela Náutico-Pesquera de Vigo, cuyo proyecto se desarrolla en el mismo año 1963 y tiene similitudes con la de Cádiz.