Festival Arquitecturas Deseantes. Contexto

Arquitecturas Deseantes es un Festival Internacional muy queer. Planteado por las curadoras Álex Martín Rod. y Alicia Navarro para el Centro de cultura contemporánea La Térmica de Málaga, parte de la práctica espacial crítica contemporánea —ubicada entre el arte y la arquitectura—, el esparcimiento de los cuerpos queer en los diferentes lugares de divertimento, y su relación diversa con el deseo y el sexo. El interés de este Festival Internacional orbita en torno a las relaciones que habitan en las arquitecturas y espacialidades queer, así como de los espacios gitanos y flamencos en sus múltiples conexiones con las lógicas coloniales y sureñas, invocando a ese común marrón enunciado por José Esteban Muñoz. Siguiendo la estela inaugurada por Adélaïde de Caters y Rosa Ferré en la exposición 1000 m² de deseo, el Festival en sus dos días de duración desplegó un desconocido entendimiento de la arquitectura bajo el radical paraguas de lo flamenco y lo queer. Arquitecturas Deseantes se interroga sobre las sombras de este atrayente trinomio que conforman y producen: arquitectura + deseo + formas de vida del sur. Revisitar espacios y políticas de la pista de baile, el amor a oscuras, los espacios festeros del flamenco, así como, un largo etcétera por el que derivar. Como punto final, se puso atención a las nuevas prácticas arquitectónicas que transforman y rearticulan el deseo diverso desafiando los límites establecidos.

Arquitecturas Deseantes contó con la participación de Pol Esteve Castelló, Pedro G. Romero, María García, Andrés Jaque//Office for Political Innovation, Iván L. Munuera, Álex Martín Rod., Alicia Navarro, Leonor Serrano Rivas, Carmen Rocamora, B+M+L estudio de arquitectura y el colectivo artístico Artefacto Social.

Giardini Verbenesco. Una pradera para el deseo

Esta escenografía festera-deseante, ubicada en el Patio Estepona de La Térmica, propone un lugar al aire libre para activar la realidad polidimensional de la fiesta, con sus derivadas directas en el deseo y el sexo, desde la práctica arquitectónica contemporánea. La instalación pretende recuperar las experiencias acumuladas de los «paisajes festeros» que intermedian entre el rito, el flamenco y las dinámicas sureñas del ocio, creando una arquitectura al aire libre que empuje a la evasión y el deleite que recupera una pradera donde celebrar.

A partir de la traslación contemporánea de las espacialidades asociadas a la fiesta sureña, B+M+L plantea ensanchar el uso del espacio público normativo, marcado por programas rígidos y dirigidos a públicos —en muchos casos— segmentados, creando un gran toldo, en esta ocasión, trasladado al plano vertical con el fin de «cobijar» las actividades al aire libre propuestas en el marco del festival. Un «toldo festero» para marcar un umbral entre dentro y fuera, una escenografía que activa un espacio cualificado por la luz, la sombra y el color. Tomando como referencia el espacio verde central, a modo de «pradera», que caracteriza este patio de la antigua Casa de la Misericordia, se apuesta por su completa liberación y se proyecta su extensión, disponiendo un telón vertical de idéntico color.

Giardini Verbenesco se concibe como un gran «cielo» de farolillos verdes en el que se estampa la voz ¡ D E S E A !, un grito brioso grafiado en amarillo y naranja, colores asociados al calor, a lo lúdico y a la vivencia de los lugares informales. Una arquitectura temporal que dibuja nuevos límites, distorsionando la percepción del espacio construido, y que recrea un escenario atemporal y no definido para celebrar la fiesta del sur, con una evocación directa a lo festero, lo ritual, lo flamenco, pero también a los paisajes del baño y el ocio, tan presente en el litoral de la Costa del Sol malagueña.

El papel es la materia. Un elemento tan reconocible de la fiesta andaluza, como son los farolillos de papel, se resignifica al modificar la densidad y la disposición en la colocación habituales; y se aleja aún más de su imagen paradigmática al proponer un nuevo imaginario de color: verde, amarillo y naranja, con una clara intención de «renaturalizar» la materia para conectarla con la «pradera» existente. Aquí el amarillo y el naranja son una lumbre que crepita sobre el tapiz verde, que se proyecta como una continuación natural del jardín. Los colores reinterpretan la fiesta tradicional y, además, proponen una mirada disidente que pone la atención en la construcción de los espacios vividos por los cuerpos queer.

1056 farolillos y un telar

El toldaje, a modo de mural-señalética suspendido, presenta unas dimensiones de 8,5 metros de ancho por 6 metros de alto y está «tejido» por 1056 farolillos de papel que, siguiendo un patrón que dibuja la expresión ¡ D E S E A !, quedan sujetados mediante bridas de plástico a una subestructura flexible fabricada con malla de protección de obra de color naranja de un metro de anchura. Para el tejido de la pieza, que se prolongó durante dos jornadas, se dividió el dibujo en nueve piezas verticales de un metro de anchura, en función de la dimensión máxima de la malla, y se recreó un telar de grandes dimensiones empleando una valla móvil de obra de panel electrosoldado de 3420 x 1880 mm sobre la que se desplegó la malla de polietileno naranja y se embridaron manualmente los farolillos por hiladas. Una vez confeccionadas las nueve piezas en la sala 014 de La Térmica, se trasladaron una a una al Patio Estepona, se dispusieron en el suelo, y se cosieron entre sí para acabar de fabricar el telón. El «entoldado» se fijó a una viga tridimensional de acero y se izó por medio de dos torres elevadoras para soporte de iluminación, quedando instalado en su posición «vertical» definitiva durante la celebración del Festival Arquitecturas Deseantes.

Ferias, verbenas y romerías

«Para nosotros era fundamental que Arquitecturas Deseantes repensara las arquitecturas —casi siempre efímeras y mutables— que componen los espacios feriales, verbenescos o de romería. Porque en gran medida han sido construidos por el fluir de los cuerpos (sus formas de habitarlos y disfrutarlos), aunque también por el urbanismo hegemónico; produciendo interesantes formas habitacionales en la frontera de lo doméstico para vivir la fiesta flamenca. Uno de los documentos clave para este proyecto ha sido la película-documental Rocío, rodada por Fernando Ruiz Vergara en 1980 —censurada en plena transición—. En la que Francisco Gil Delgado, canónigo de la Catedral de Sevilla, da su peculiar interpretación de El Rocío, que, sin él pretenderlo, mantiene un diálogo bastante interesante con la noción de deseo de Deleuze, que vertebra de forma clara Arquitecturas Deseantes. "Como todo fenómeno de masas [dice el canónigo][…] la gente va al Rocío con un deseo profundo y amplio de ser feliz". Aquí se representa una esfera andaluza sacro-disidente poco entendida aún por los historiadores y la academia —al tiempo que fenómeno de masas o mainstream—. Como apuntan Vázquez García y Cleminson en Los invisibles, este límite de naturaleza híbrida aflora en el principio corrosivo que viene del Sur y de Oriente. Y recuerdan que toreros, bandoleros y prostitutas, entre otros cuerpos torcidos, ofrecían exvotos para ganar la intersección del cielo. Con estos dispositivos flamenco-espaciales en mente, invitamos a B+M+L para que proyectaran una instalación al aire libre basada en las espacialidades y códigos de estas fiestas sureñas. Con la propuesta Giardini Verbenesco los autores recrean un telón escénico por medio de más de 1000 farolillos de feria que revisita la imagen reconocible de la fiesta andaluza, pero que provoca sorpresa en el visitante por el cambio de plano, pasando de ser un toldo a ser pared.» Alicia Navarro