Reforma integral de un ático de dos plantas, originalmente no conectadas entre sí.
Un espacio de planta rectangular (alargado y estrecho: 3,50m de ancho y 25,00 m de largo) y muy compartimentado, que requería una organización de la vivienda de forma unitaria, con una distribución secuencial de espacios, que unida al mobiliario diseñado especialmente para esta intervención, consiguiera dinamizar el recorrido longitudinal a lo largo de ella.
Las magníficas vistas de las que disfruta nos obligaron a maximizar y optimizar las aperturas de la fachada de la planta inferior, a la vez que aportan una entrada constante de luz natural.
El programa distingue las dos plantas: estancias diurnas en la planta inferior, concebida como un espacio continuo y unitario en el que los diferentes usos se van sucediendo de forma sutil; la agrupación de mobiliario contribuye a ello. Esta planta se concibe como un espacio blanco y austero. Las tonalidades claras logran intensificar la luz que entra.
Por el contrario, la planta superior de menor superficie y con una configuración más compartimentada, comprende las estancias nocturnas, confiriendo mayor privacidad a los espacios y con mayor calidez en el tratamiento de sus materiales.
La escalera que comunica ambas plantas se sitúa de manera que la cocina se organiza entorno a ella, en forma de “u”, y formada por una isla que aloja la zona de aguas, de cocción y una superficie de trabajo, más una barra multifunción. La propia isla y la barra delimitan el espacio de la cocina, a la vez que la separan del resto de estancias de la vivienda.