Si bien en la actualidad los desplazamientos demográficos tienden a seguir el sentido del medio rural al urbano, en esta ocasión
el movimiento se produce DE LA CIUDAD al ENTORNO RURAL.
Una casa histórica, en un estado de conservación deficiente, será el tablero de juego donde ubicar la nueva residencia de una familia, que por una necesidad vital decide trasladarse a una población más pequeña.
Los recursos arquitectónicos de partida serán el aprovechamiento de los materiales de la propia casa y su complejidad espacial.
A diferencia de la vivienda de la ciudad, de un orden programático y espacial habitualmente “normalizado”, este nuevo tablero de juego posibilitó enriquecer el programa funcional y la propia forma de habitar el espacio doméstico.
La madera y el barro del suelo serán los argumentos materiales principales, rehabilitando todos los elementos que aún se conservaban en buen estado, y añadiendo el color como argumento de proyecto. Un juego entre el blanco de muros y maderas, los tierras y los azules de las ventanas y del cielo.