Construcción en Boecillo, Valladolid, de cuatro viviendas dúplex con trasteros, tres locales comerciales y un garaje para 7 vehículos.

No ocupar con edificación la totalidad del solar aunque la presencia de las dos calles lo permite, sino conservar una gran parte del jardín existente es el punto de partida fundamental del proyecto y el que le da su sentido. No sólo por mantener la tipología volumétrica típica de la casa de pueblo con su corral o jardín trasero (y con la suerte además de estar orientado al suroeste); no sólo desde un punto de vista urbanístico y de inserción volumétrica dentro de esa zona de Boecillo, con una alternancia de llenos y vacíos que parece la mejor respuesta al lugar por el desahogo dentro del casco urbano que a veces suponen dichos vacíos (que eran frecuentes precisamente por la costumbre de disponer del "corral"); sino también por lo que puede suponer la presencia del patio - jardín para las personas que sigan viendo árboles cuando se adentren por la calle Tía Matea y para los usuarios del edificio.

Para los usuarios supone la posibilidad de tener la proximidad de árboles (se consigue salvar las dos grandes moreras existentes) y plantas de olor, o la presencia refrescante de una fuente con el sonido del caer del agua. Se disponen bancos de fábrica, y se emplean celosías para separar circulaciones (la escalera del aparcamiento) y usos (el local que da al jardín) pero que siguen permitiendo la visión y el paso de la luz.

Se pretende, y ojalá se consiga, obtener un espacio al que puedan aplicarse las palabras de Luis Barragán: "(...) Tal jardín conduce al hombre al uso común de la belleza tanto como del pan diario, y le provoca caer inconscientemente en un ambiente de meditación espontánea sin esfuerzo y con una reducida tensión nerviosa. (...)" (Conferencia en Coronado, California, 6 de Octubre de 1951).