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Iglesia de San Pablo

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Título: Iglesia de San Pablo
Autor: Recaséns Méndez Queipo de LLano, Luis (1916-1989); De la Peña Neila, Antonio
Institución cedente: ARCH XX SUDOE España
Sinopse:

La iglesia se encuentra situada en el ámbito territorial urbano de la ciudad de Sevilla, al este del centro histórico, en el seno de las nuevas barriadas de vivienda colectiva que nacían en el Polígono de San Pablo; donde surgieron una serie de edificios religiosos con los que se completaban las mínimas dotaciones que las autoridades justificaban como necesarias para los barrios obreros de las ciudades, entre las que nunca faltaban los templos.

El trazado urbano, que no definía con precisión los antiguos conceptos de calles, acorde a los tiempos, producía espacios en los que las edificaciones jugaban libremente con sus límites, controlando desde el proyecto los espacios libres que generan a su alrededor, los elementos de mobiliario urbano con que se dotan los mismos, la iluminación pública de estos recintos, y la vegetación que siempre los acompaña jugando con acierto con las formas de lo construido.

La repetición del bloque en H, como elemento conformador en altura de la gran masa edificada del entorno, cuyos espacios libres son envueltos por los bloques de viviendas, permite a los edificios singulares destacar de forma significativa ante la gran trama residencial tejida, máxime cuando se disponen a lo largo de la calle principal que atraviesa el conjunto, ofreciendo referencias de identidad al barrio gracias al especial cuidado de su arquitectura.

Conforme a las normas de la Obra Sindical del Hogar que fijaba la obligación de edificios complementarios, se levanta en el Barrio A el complejo de Templo Parroquial y dependencias para la vida de apostolado, así como, independiente a estos, grupos escolares y guardería infantil. El Barrio A se componía de 2006 viviendas, edificios singulares y urbanización.

La iglesia de San Pedro y San Pablo, cuya nave única tiene la forma de un triángulo isósceles truncado en su ángulo menor, presenta una capilla anexa al lado del Evangelio, que junto a la Sacristía configura un volumen de menor entidad anexo al principal. Contrariamente a la tradición, sitúa el altar hacia el Oeste, mientras que los pies de la iglesia se orientan al Este.

Recaséns y De la Peña proponen un ingreso lateral al templo, a través de una marquesina de hormigón armado que avanza desde los pies de la iglesia en el lado de la Epístola. Esta marquesina se independiza en su apoyo al suelo, definiendo un mural mosaico de azulejos que representa los cuatro arcángeles.

Gracias a este acceso, se reservan los pies de la iglesia para labrar un hermoso paño de piedra que filtra, entre las juntas verticales abiertas de las piezas con que se construye, la luz tamizada. De las cubiertas, por franjas estrechas y decoradas que recorren la totalidad de la anchura de la iglesia, se dibuja una luz con clara vocación de vidriera tradicional, reinterpretada desde la modernidad de su colocación plana sobre el edificio. El interior, muy desornamentado y con la absoluta claridad de su forma, perceptible desde todos los lugares del templo, se concibe como un contenedor para el selectivo juego de la luz en el espacio.

Destacable en la plasticidad lograda es la intervención de Santiago del Campo, muy acertada tanto en el diseño que realiza de las vidrieras, los mosaicos exteriores, celosías, campanario y mobiliario, convirtiéndose en fundamentales para la iglesia la decoración en la entrada al Baptisterio con un frente de azulejo decorado, al igual que la cerámica artística del techo de entrada a la iglesia. En la nave, en la pared lateral del lado de la Epístola, se sitúa un Vía Crucis en piedra, en relieve con inscripción de oro.

Los edificios, cuyas estructuras superaban con creces las dimensiones convencionales y solían mostrarse con cierto orgullo al exterior, planteaban unos interesantes juegos de texturas y materiales con los que se construían las más interesantes características de estas construcciones religiosas. Destaca en esta parroquia de San Pedro y San Pablo el buen uso de las capacidades del hormigón armado, la modulación en el trazado y la buena integración de los elementos decorativos, cerámicos y de vidrio. Es fruto de la experimentación formal en la búsqueda de la renovación del lenguaje arquitectónico constituyendo una arquitectura de mayor calidad que la distingue de un entorno residencial anónimo.

La modulación de la estructura se manifiesta como una característica definitoria de un trazado regulado y lógico, que reitera la dimensión de 5,00 metros en el espaciado longitudinal de los apoyos de las jácenas de hormigón sobre estructura metálica, para totalizar los 25,00 metros de largo total del templo, con una modulación lateral de 4,50 - 5,00 - 4,50 metros para la nave de la iglesia, completado con los 8,00 metros de anchura en los que se resuelven la capilla y la sacristía que toman 15,00 metros del largo de la iglesia.

Los autores plantean en la memoria del proyecto que buscan ¿una arquitectura puramente funcional en la que intenta presidir un sentido de espiritualidad en el edificio de gran sencillez, tanto interior como exterior¿, para la que buscan los materiales más adecuados: Altar mayor y de Sagrario formados por piedra maciza de granito de 2,20 x 0,80 x 1,00 m., púlpito de mármol negro, cerramientos de fachada con piezas de hormigón ligero, revestido de terrazo; losas de granito de Segovia de 80 x 80 x 10; escalera de granito de Gerena; chapado de piedra de Colmenar; puertas y ventanas metálicas con perfiles de aluminio.

La sencilla nave cierra sus entrepaños con elementos de piedra cuyo acusado despiece repite en la fachada, liberando entre las piezas aberturas para el paso de la luz natural a la nave, recibida desde los pies del templo, a la que suma la iluminación de unos lucernarios en cubierta (compuestos de bastidor metálico con vidrio armado y cristaleras artísticas emplomadas en vidrio de color), que sitúan de forma que siempre obtienen luces indirectas, proyectadas hacia el Altar, de forma que dirigen a él todo el protagonismo que ya la planta sugería.

Este efecto se completa en el Altar a través de la introducción de luz mediante vidrieras verticales de suelo a techo, a ambos lados del muro que lo cierra. La iluminación quedaba reforzada originalmente por la coronación con un pequeño tambor, encima del propio Altar, del que bajaba una singular luz cenital, actualmente cegado y que señalaría al exterior su posición al rematarse por una esbelta cruz de 14 metros de altura formada por angulares metálicos de 100 x 100 x 14, con brazos de 4 metros.

Mostrando el cuidadoso estudio que realizan del tipo, consideran la liturgia en cuanto a acceso y ubicación del Baptisterio, proponiendo para la llegada a la nave un vestíbulo de gran amplitud. La situación en el lado del Evangelio de la Capilla del Sagrario y la Sacristía posibilita a ésta ser un espacio de fácil comunicación con todo el complejo, tanto el interior del templo como con la casa Rectoral, de dos plantas de altura, contando con despacho en planta baja para la atención de la Parroquia. La oficina y despacho y el salón de actos completan junto a la vivienda rectoral el complejo.

Datos Históricos

A principios de la década de los 60, acorde con el nacimiento de nuevas barriadas en la ciudad de Sevilla, tiene lugar la construcción de iglesias para dotar a los mismos de estos recintos imprescindibles en todo nuevo asentamiento de aquellos años. En estos templos se produce por vez primera en Sevilla el abandono de las formas tradicionales con las que se levantaron los templos (salvo ciertos recuerdos al modelo basilical de las plantas), que había llegado incluso al siglo XX, rompiendo de esta manera con esa tendencia de fuerte conservadurismo formal que acompañaba a este tipo de construcciones.

Las nuevas iglesias de Santa María de las Flores y San Eugenio, en Pío XII, obra de Fernando Barquín y Barón, supone la primera (1958-1963) en esta línea de investigación y experimentación formal, a la que seguirá del propio Barquín la Iglesia del Rocío de Dos Hermanas (1960-1963), las iglesias del nuevo Polígono de San Pablo, con las de San Pedro y San Pablo (1961-1963), Nuestra Señora del Pilar (1962-1963), de Rafael Arévalo Camacho, y la de San Ignacio de Loyola (1962-1963), de Recaséns y De la Peña, junto a la iglesia de Nuestra Señora de Los Remedios (1961-1967), en el sevillano barrio de igual nombre, de Roberto de Juan Valiente, culminando con la Iglesia de San Pío X (1964-1965) en Las Letanías, obra de Rafael Arévalo Camacho y Luis Marín de Terán. Todas ellas suponen interesantísimas muestras de búsqueda de renovación tipológica, desde la apuesta por los nacientes lenguajes con que la arquitectura internacional empezaba a matizar las características de la arquitectura moderna, situando a esta arquitectura religiosa de la década de los 60 entre las de mayor calidad de cuantas edificaciones se levantan en nuestra ciudad.

En junio de 1962 hay un proyecto adicional del conjunto parroquial de San Pedro y San Pablo, en el que hay un plano de cimientos, forjados y detalle de la iglesia, así como del centro parroquial y salón de actos.

Enderezo localización: Avda. de la Soleá, C/ Caracoles, C/ Tanguillo SEVILLA | Sevilla, SEVILLA | ESPAÑA
Tipo de contido CD: Realizaciones