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La aplicación de ciertos principios físicos para abordar cuestiones culturales como son el poder de comunicación, de comprensión y de seducción ¿Cómo construir una tarjeta de visita que sea al mismo tiempo un portfolio del trabajo profesional o un juguete improvisado?

 

Desde el momento en que creamos el estudio necesitábamos una tarjeta de presentación. Probamos diferentes tarjetas de formato convencional jugando con diferentes texturas, tipografías y colores. Ninguna de ellas nos convenció. Ninguna de ellas nos hacía diferente al resto y sobretodo ninguna era algo más que una simple tarjeta. Esta condición de ser varias cosas a la vez ha sido una de las obsesiones diarias en el trabajo del estudio.

Los requisitos que le imponíamos a nuestra nueva tarjeta más allá de decir quiénes éramos y dónde estábamos, eran varios: debía presentar nuestro trabajo, ser un objeto en sí mismo, tener una utilidad para el que la recibe, funcionar como publicidad subliminal… De repente apareció el Dymaxion map como elemento de presentación de nuestro mundo. Podía albergar diversas imágenes de nuestro portfolio, era susceptible de ser objeto de juego una vez montado o extraño “suvenir” en la mesa de nuestros futuros clientes. Esta dualidad ha hecho que no distingamos entre la palabra tarjeta o portfolio, para nosotros es lo mismo.

Otra de las posibilidades que ofrecía era la posibilidad de crear tarjetas mini, o lo que es lo mismo poder repartir varias tarjetas cuando sólo te queda una. Esto se conseguía gracias a la irregularidad del desplegable. No tenía sentido hacer un portfolio exactamente con la forma del desplegable de un icosaedro (en este caso usábamos el desplegable convencional, no el “hecho a medida” de Fuller), sino que lo que haríamos sería un portfolio rectangular del que se podrían recortar las partes no servibles para el icosaedro. Algunas de estas pequeñas partes tendrían el logotipo del estudio y podrían servir a modo de tarjeta.

Teníamos entonces un problema funcional. El portfolio era un desplegable que se podía doblar, pegar y montar para formar un icosaedro, pero tenía unas dimensiones que lo hacían inviable como tarjeta de presentación (al menos superior a un DIN A4). Si no tenía un tamaño adecuado, no lo tendríamos siempre con nosotros y por lo tanto no cumpliría su misión. Teníamos ahora un nuevo problema, el formato. La pregunta entonces fue ¿Cómo convertir este desplegable en una tarjeta de tamaño funcional? El juego nos da la respuesta. Usando determinadas aristas de los triángulos como líneas de plegado obtenemos una transformación geométrica. Somos capaces de pasar de un icosaedro a un desplegable de grandes dimensiones y finalmente empaquetar éste en forma de hexágono. Como no la figura geométrica que lo empaqueta es una espiral.

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