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Reforma que busca poner en valor los elementos existentes, característicos de la arquitectura del centro de Madrid.

Armarios, aseo y cocina se sitúan en las paredes del local, dejando libre un gran espacio central tanto en la planta baja como en el sótano. Para no interrumpir su fluidez se seleccionan unos muebles sencillos, ligeros y cuyos colores sintonicen con los elegidos para los elementos estructurales. 

Situado en un barrio degradado por las obras y el vandalismo que constantemente lo asolan, la reforma busca abrirse al que también es uno de los rincones con mayor encanto de Madrid y, al mismo tiempo, mostrar los tesoros escondidos en la arquitectura de esa archireformada zona. 

Para ello lo primero fue abrir dos grandes ventanales al estilo europeo en fachada. El vidrio de seguridad evita el uso de cerramientos de seguridad que contribuyen al afeamiento de la zona y no puede integrarse de ninguna manera en la decimonónica arquitectura mayoritaria en el distrito centro. 

La fachada del edificio donde se sitúa el estudio de arquitectura está protegida, por lo que las carpinterías se eligieron de madera y se pintaron en blanco para igualar a las de los vecinos de pisos superiores.  

La fachada posterior también se abre al pequeño patio de vecinos al que se tiene acceso a través del local por medio de una puerta de aluminio y vidrio con un fijo encima que le procura el máximo de luminosidad. 

Del mismo modo se concibe la reforma interior. En una primera fase se limpia el local, se eliminan los acabados de paredes, techos y elementos estructurales para estudiar su estado y el potencia de los mismos. Con objeto de poner en relieve la arquitectura original del local se decide conservar todos aquellos elementos cuyo estado lo permita y se limita el enfoscado al sótano debido a la humedad que presentan sus paramentos y el recubrimiento con pladur a los muros más estropeados de la zona de oficina superior. El techo presenta mal estado de conservación, lo que nos obliga a cubrilo con un falso techo que, por otro lado, nos ayudará a ocultar el cableado de la iluminación superior. El suelo de baldosas de terrazo también está muy deteriorado debido al anterior uso del local como carpintería metálica, de modo que se aprovecha la necesidad de ocultarlo improvisar un mínimo suelo técnico que se acabará en resina de color verde ácido. Color que, combinado con el blanco, será el que marque la presencia de "elementos nuevos" en el local.

Los paramentos y demás elementos estructurales que no han sido ocultados reciben simplemente un tratamiento de protección que, al vez, consigue destacarlos sobre los elementos que han sido "ocultados" por pinturas o mobiliario a medida. 

La única excepción a esta regla que rige la totalidad de la reforma la constituye la columna metálica que aparece en el centro del espacio. en este caso se pinta de verde ácido, uno de los colores "reservados" a los elementos nuevos de la obra, para unificarla con el suelo y, al tiempo, para destacarla como elemento característico que es de la arquitectura de los locales del distrito centro madrileño.

 A pesar de que algunos paramentos no podían dejarse visto por su mal estado  se han cubierto sólo las partes que están en contacto con los usuarios, de modo que el acabado original asoma por encima del pladur que oculta el resto del muro. Así ocurre en las paredes laterales cubiertas por pladur blanco y en las que limitan las zonas húmedas [aseo y office] que se sitúan al fondo del local sobre el pladur pistacho. 

En el mobiliario hecho a medida se busca la integración total con la reforma, de modo que se concibe como una extensión de la pared en la que se sitúa, apareciendo prácticamente como una prolongación de sus paramentos. Para conseguirlo se ha pintado en el mismo color de la pared y se ha fabricado de su misma altura. En el caso del aseo, además, se aprovecha el hueco de una antigua puerta, ya en desuso, que unía el local con otro sótano del edificio. Bajando al sótano vemos que de nuevo se realiza la misma operación en los armarios laterales, que llegan únicamente al límite del muro, dejando libre la bóveda que puede contemplarse en toda su longitud y se convierte en un lienzo blanco ideal para la pintura de Jack Babiloni. Para limitar estos espacios se eligen materiales transparentes, que no rompan la integración y unidad que estos muebles dan al conjunto de los espacios. En ambos casos se recurre a paneles correderos de metacrilato retroiluminado. En la planta superior se oculta con un vinilo de motivos vegetales que juega con la transparecia y la opacidad para ocultar las partes más necesitadas de intimidad y en la planta inferior, donde la intimidad no es mandatoria, son transparentes, dejando a la vista el juego de colores que los libros y carpetas de los armarios establecen en su interior. 

El resto de elementos tales como lámparas, estores, instalaciones de aire acondicionado o eléctricas se dejan vistos, se huye de rozas o cortineros para mostrar cómo es la unión de cada uno de los elementos con la estructura original.

Al igual que los muebles todo se trata como piezas colocadas en un espacio que, de este modo, se convierte en el auténtico protagonista.

Publicado en las revistas Oficinas y Diseño Interior.

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