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El debate sobre la ciudad contemporánea nos sirve como telón de fondo sobre el que rastrear nuevas estrategias urbanas que respondan a los cambios culturales del habitar humano. Abordar experimentos urbanos de la década de 1960, que contribuyeron a la articulación de un contra-discurso del urbanismo hegemónico, resultan oportunos hoy como punto de partida para repensar la ciudad a través de la incertidumbre, la espontaneidad y lo casual.

La mirada contemporánea sobre la ciudades desterritorializadas requiere del reconocimiento de los vectores que afectan a una realidad urbana densa, obligada a convivir con discursos cruzados, que llegan a ser fracturados y disléxicos. Las ciudades no son simplemente una cuestión de forma, sino un estado mental; son la principal puesta en escena de las sociedades y el lugar privilegiado para esa convivencia entre extraños, que por estímulos pasan a ocupar lugares insospechados, incluso no físicos. Las ciudades actuales deben afrontar la coexistencia de lo hipertecnológico y lo mediocre habitando en un mismo espacio y tiempo; los no-lugares modernizados y los hiper-lugares abandonados. Esas ciudades han modificado su forma, han perdido su centro, se han fragmentado y han modificado su estilo de vida hasta el punto que cabe cuestionar que la vieja ciudad pueda cumplir las funciones civilizatorias y de urbanidad. Esta relación con la época atraviesa hoy en varios frentes complementarios de cuestiones que en su articulación posibilitan un nuevo discurso y unas nuevas propuestas.

La arquitectura se encuentra requerida por la sociedad como conductora de libertades provisionales, en situaciones concretas. Experiencias específicas que se recorren a través de las sensaciones. Los referentes desde los que pensar en la libertad como principio social los encontramos en aquellos donde lucharon por la conquista de la libertad en el lugar natural de los conflictos socio-políticos y de los nuevos cambios sociales, la ciudad, un lugar cultural donde crecieron una amplia serie de ideas y proyectos cuya intención principal no era otra que la de construir espacios abiertos para una nueva sociedad en libertad, cuya forma de vida siempre transitoria se iba definiendo según la lógica de los acontecimientos.

A finales de la década de 1960 una amplia serie de ideas y proyectos que hacían suya la crítica de una ideología de la forma, de un positivismo de la función y de la mecanización, causas principales de un proceso creciente de abstracción y homologación que dejaba la puerta abierta al abandono de las condiciones humanas del proyecto. Frente a la construcción de una civilización industrial, base de la actual, se inició la búsqueda de nuevos procedimientos para construir nuevos territorios sobre los que reinventar el orden de lo cotidiano.

La reflexión histórica no es entendida como una utopía retrospectiva sino un proyecto hacia una nueva urbanidad. La investigación versa sobre las transformaciones en el paisaje urbano y la incapacidad de las técnicas tradicionales de planeamiento para formular las nuevas condiciones. Se pretende reunir, correlacionar y revisar de manera orgánica las diferentes ópticas y variables expresadas por otros autores sobre las ciudades durante la década de los sesenta del siglo pasado, para poder proyectarlas hacia nuestro presente y futuro.

Recomponer una tierra humanamente habitable supone una labor que requiere la creación de ámbitos para la proyección emocional del sujeto y la colectividad en el espacio, estar abierto a lo espontáneo, al hallazgo afortunado e inesperado, a lo cotidiano, a la improvisación, a la casualidad, a la coincidencia o al accidente, a la interacción con el otro, son factores que llevarán a poner cada vez más el acento sobre la ciudad como medio de producción de la subjetividad mediante nuevas prácticas arquitectónicas que retoman el concepto de serendipia para encontrar lo que no se esperaba.

Serendipicity es por tanto, una ciudad que ofrece condiciones propicias para la creación improvisada, capaz de suscitar lo imprevisto y de hacerlo útil, con arquitecturas que conquistan lugares, como el Monumento Continuo de Superstudio; que promete espacios recorridos en todas las direcciones, como los mat-buildings; ciudades metabolistas, entendidas como soporte sobre el que ir sumando espacios habitables y acontecimientos urbanos; espacio para la celebración de la vida, un lugar para cuerpos en permanente estado de aventura y experiencia, como los propuestos por Constant en New Babylon. En definitiva, una racionalidad constructiva llevada hasta el límite, pero compatibilizada con el mundo de los deseos y las sensaciones.

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