A finales de los años noventa se toma la acertada decisión de ubicar en la Alcazaba de Badajoz un edificio de uso docente y cultural, con la pretensión social de revitalizar el casco antiguo de la urbe. El edificio que nos ocupa fue mezquita, palacio musulmán, catedral cristiana, hospicio real y sanatorio militar. El proyecto intenta una intervención lo menos agresiva posible con el entorno y a la vez que ofrece la funcionalidad a las necesidades de un edificio de estas características. Comencemos por la Biblioteca General de Extremadura, donde la riqueza del área de recepción nos acoge con una sala usos múltiples, apta para exposiciones, y levemente segregada de ésta, una zona de conferencias. En la planta alta se encuentran las dependencias de la Dirección y la sala de lectura y módulo de fondos bibliográficos. En la Facultad apreciamos un proyecto lleno de luz, vitalidad y alegría. En líneas generales, la intervención elimina añadidos secundarios y mantiene relaciones lo más tranquilas posibles con la Alcazaba. El proyecto es rico, bien diseñado, con múltiples diálogos y juegos entre galerías y patios, entre dependecias y el entorno.