La ciudad de Telde, en Gran Canaria, estuvo desde sus inicios dedicada en gran parte a la agricultura; motor que ayudó a impulsar  el crecimiento económico y demográfico de la zona. En la actualidad, este aumento de población está conduciendo paradójicamente a la destrucción de dicho sector. La creciente demanda de viviendas y por consiguiente de suelo para construir está reduciendo la superficie cultivable del entorno, generando una problemática entre el espacio de cultivo y el espacio habitable. Este hecho repercute además en las condiciones paisajísticas de la zona puesto que se está sustituyendo una trama verde y natural por una gris y artificial, “el cemento”.

La intervención que a continuación se propone  intenta reactivar el diálogo entre ambos espacios,(espacios de cultivo y espacios habitables), donde el habitar y el cultivar se manifiestan de manera conjunta, estableciéndose nuevos vínculos interactivos, tomando las energías renovables como mediadoras del proceso.  De la misma manera la propuesta no olvida, sino que por el contrario intenta exaltar aquellas huellas que han permanecido presentes en el entorno ( acequias, cantoneras, bancales, muros de contención, muros palomeros, caminos....)  que en su día fueron capaces de generar territorio pero que actualmente se encuentran en desuso.