El edificio desarrolla sus espacios dentro de los muros existentes, auténticos contenedores del programa. Éstos se perforan en cada uno de sus lados para abrir el centro hacia las calles, en un intento de intensificar la relación entre las actividades y el espacio urbano. Nos parece importante que el lugar recupere el dinamismo que aportaba la actividad del mercado, ahora con un nuevo programa.
Así, el nuevo centro se muestra como una serie de contenedores de actividades, flexibles, vidriados, sin límites aparentes, que facilita las diversas adaptaciones a los diferentes requerimientos del programa, abiertos a los espacios exteriores, donde se confunde el interior con el exterior, y abiertos a las calles para mostrar la actividad interior, donde el dinamismo de la ciudad de Reinosa queda reflejado.
El aluminio de las cajas permite el reflejo del entorno en un intento de mimetizarse con él, adquiriendo sus diferentes tonalidades. Se muestran cambiantes en función de la luminosidad del día. Nos parece un material adecuado, representa lo nuevo elevándose por encima del recuerdo de lo preexistente.