arrow-circle-down arrow-circle-left arrow-circle-up arrow-down arrow-left arrow-line-right arrow-right arrow-up ballon close facebook filter glass lock menu phone play point q question search target twitter
X
  • TRES SUEÑOS


  • TRES SUEÑOS


  • TRES SUEÑOS


  • TRES SUEÑOS


  • TRES SUEÑOS


  • TRES SUEÑOS


Complejo de ocio en la isla de Ibiza

Los tres sueños de Eivissa es el deseo por congelar en este preciso lugar de la playa de Talamanca el instante mágico en el que uno percibe el corazón de la Isla.

 

Existiría una relación profunda, casi mística, entre el lugar generado en Talamanca y la propia Isla. El deseo de reproducir toda una serie de experiencias que te ponen en contacto con ella de forma intensa: el proyecto es el movimiento a través del cual te desenvuelves en el camino que conduce de la isla al mar, del centro a su borde, centrípeto, magnético.

 

Una serie de acontecimientos…

Uno llega a este sitio por una pequeña carretera, a pocos minutos de la ciudad de Ibiza. Aparentemente desde aquí, desde tu coche, tan solo estás accediendo a un aparcamiento resuelto con cierta gracia (1), en el que podemos ver una pieza de madera que protege del sol a la multitud de coches aparcados allí. Esta pieza se estira hacia ambos lados de la parcela, hasta sus bordes. Mientras que en uno de los lados se encuentra el acceso a través de un pequeño pabellón (2), al otro lado parece colarse en la parcela contigua (3), la del restaurante.

La manera en que se entra a estos sueños tiene algo de ceremonioso, de preparativo. El hecho de que uno no pueda ver nada del lugar desde el parking, ni siquiera el mar, presente en cada uno de los rincones de la isla, genera en el visitante el irremediable deseo por entrar. Así que cuando uno llega a Los Tres Sueños de Eibissa, solo oye a través de la madera del aparcamiento el placer de los otros que ya se han sumergido. Sólo huele el salitre del mar Mediterráneo con una especial intensidad, y sólo puede ver, con un poco de suerte, un gran globo aerostático con el anagrama del lugar que despega y vuelve a ocultarse lentamente.

Nos dirigimos al pequeño volumen de acceso. En realidad se trata de un pabellón de vestuarios que genera una primera pauta de la ceremonia. Es casi el momento en el que comienzas a atravesar el umbral hacia este nuevo mundo soñado. Te preparas con la ropa adecuada y giras. Ya estás dentro, pegado a una pared alta y espesa de vegetación, frente a una rampa (4) por la que ascendemos, cubiertos. La separación del medio aquí se extrema, no vemos siquiera el cielo. Padecemos por un instante la pérdida de la Isla. Solo cuando hemos terminado de subir, paralelos a la carretera, volvemos a ver la Isla, esta vez desde arriba, ligeramente cegados por la intensa luz del sol, y entonces nos giramos para mirar el mar, y ahí están los tres sueños, extendiéndose hasta él, sobre una lengua de arena que pone la playa a tus pies. Estamos sobre la superficie de madera (5) que veíamos desde abajo. Aun enfocando la visión, vemos el despliegue de situaciones diversas que se simultanean en el sitio, pero sobre todo están las lámparas, como gigantes medusas, fabricando lugares frescos y agradables, como sombras mágicas. Estas grandes piezas, escultóricas, se convierten en las protagonistas y catalizadoras del lugar. Su piel, de grandes telones blancos superpuestos con distintos tipos de tela, juega con desplegarse y recogerse, con las transparencias de lo privado y lo público, con el ver y ser visto… y acaban generando un paisaje que por la noche nos transporta a otro mundo, onírico, marino, con la llegada de las luces de colores y las proyecciones.

 Cada uno de los tres Sueños está fabricado con una madera diferente. El color y el tacto, el tamaño de las piezas, los hace especiales y diferentes unos de otros. El sueño del placer vinculado al comer se despliega tocando y separándose a la parcela del restaurante, adquiriendo una relación íntima con él. Descendemos a través de agradables áreas de mesas  bajo telas, dejando a los lados en nuestro camino lujosos reservados que se colocan bajo las medusas. Cada uno de ellos es un área privada en la que disponemos de una gran mesa y una gran cama. Son lugares para la reunión, colectivos, para una exclusividad compartida. Esta lengua sale hasta tocar el mar, recogiendo a los visitantes que vienen directamente en barco, atraídos por el poderoso halo seductor del lugar.

El sueño que se desliza por el centro es el que está relacionado de una manera más intensa con el culto al cuerpo. Una zona de masajes y los más exclusivos reservados. Por último, el sueño de los niños. Una tercera lengua de madera que recoge a los niños en la entrada y los invita al aprendizaje de su relación con el medio marino.

Abandonas el lugar con una imagen grabada en la cabeza. Una imagen que se fija y que no podrás borrar. Abandonas la isla y la retina todavía visualiza la magia de aquel sueño que has tenido.     

 

Co-autoría: Oriol Bordes

              

Participaciones en arquia / próxima

IV Edición 2012-2013