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  • radiotrophic fungus


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Prototipo V#1.0

 

El prototipo V#1.0 contiene muestras del hongo Radiotrophic fungus sobre placas Petri en agar, una placa base de arduino con un contador geiger de radioactividad y un humidificador para mantener las muestras con una humedad adecuada.

 

La placa base en arduino controla el dispositivo: el contador geiger integrado en la placa mide los niveles de radiación existentes, cuando los niveles superan lo mínimo establecido se activan los ventiladores para ayudar a expandir las esporas del hongo. La placa guarda la información recogida durante su funcionamiento de manera que nos permite saber los niveles de radiación existentes. 

 

Este primer prototipo se desarrolló en New York University - Environmental Health Clinic gracias a las ayudas de INJUVE a la creación joven durante 2016-2017. Posteriormente se expuso en la Sala Amadís en Madrid y en el Museo de Artes Decorativas de Madrid.



Bioremediation y Radiotrophic fungus 

 

Uno de los problemas principales de un accidente nuclear es que la descontaminación es extremadamente lenta. Las sustancias contenidas en la nube radiactiva de Chernobyl primero se depositaron en la superficie y luego se filtran en el suelo, gracias a las lluvias. Hoy en día, el cesio 137 y estroncio 90 (cuya vidas media es de treinta años) siguen migrando verticalmente en el suelo a una velocidad de entre 2 y 4 centímetros al año.

Esta migración de los radionúclidos también se ve obstaculizada por la absorción de algunas de ellas por las raíces de las plantas, que luego incorporan a sí misma, esto tiene como consecuencia el afloramiento de elementos radiactivos. Las plantas y los hongos, son prisioneros de la zona radiactiva, y tienen como secuelas la presencia de radionúclidos. Muchos de estos seres vivos presentan tumores o anormalidades estructurales, y producen polen o esporas con malformaciones. Sin embargo, las plantas no dejan de multiplicarse, e incluso se adaptan al medio ambiente contaminado. Sorprendentemente, se ha demostrado que hay plantas que se han vuelto más resistentes a altas dosis de radicación. 

 

Se está viendo una transformación radical, cada vez es más común la presencia de fauna en la zona de exclusión. Los seres vivos se integran, y esto lo considero positivo ya que por un lado se demuestra que este entorno con una composición de aire tan específica es cada vez más sano y por otro lado es una oportunidad para nosotros a tener de referencia: la capacidad de los seres vivos a adaptarse en diferentes entornos.

 

En 1991 se descubrió la presencia de un moho negro en las cercanías y paredes del reactor número 4 de Chernobyl. Investigadores del Einstein College lo denominaron Radiotrophic fungus por la capacidad de convertir la radiación gamma en energía que utiliza para su crecimiento generando melanina. Detectaron que mediante la melanina el hongo actúa como una esponja captando la radiación en el ambiente y crece. Al igual que las plantas utilizan la energía lumínica para crecer mediante la fotosíntesis, existen estos organismos vivos en nuestro entorno que utilizan radioactividad para crecer. Este proceso lo llamaron “Radiosynthesis.

 

Estudios realizados en el Albert Einstein College of Medicine mostraron que tres hongos con melanina, Cladosporium sphaerospermum, Wangiella dermatitidis, y Cryptococcus neoformans, aumentaron su biomasa y acumularon acetato más rápidamente en un ambiente en el que los niveles de radiación eran 500 veces mayores a los de un ambiente normal. 

La exposición de células de C. neoformans a estos niveles de radiación, alteró rápidamente (dentro de los 20–40 minutos de la exposición) las propiedades químicas de su melanina.

 

“In general we think of radiation as something bad or harmful. Here we have a situation where these fungi appear to benefit, which is unexpected” 

Arturo Casadevall, Einstein College,M.D., Ph.D.

 

La capacidad de la naturaleza a reaccionar siempre de forma distinta ante nuevos desafíos medioambientales es algo que siempre ha intrigado al ser humano a lo largo de la historia. Esto nos lleva a comprender que los sistemas vivos tienen un tipo de inteligencia o"inteligencia biológica” que les permite estar en constante evolución. Creo que debemos aprender de estos sistemas que trabajan en su entorno evolucionando ante nuevos desafíos. Si nosotros estudiamos estos procesos naturales y repensamos sus propiedades podremos contribuir y ayudar a ordenar nuestro territorio.

Los hallazgos encontrados en Chernobyl en 1991 son importantes porque demuestran la “inteligencia biológica” de algunos organismos vivos que mutan para poder seguir sobreviviendo. ¿Cómo podemos aprovechar y utilizar este sistema vivo que crece absorbiendo la radioactividad?

El proceso natural de crecimiento de este hongo nos da muchas pistas sobre qué podemos plantear en un entorno como Chernobyl o Fukushima. Me interesa artificializar el proceso natural de expansión de las esporas Radiotrophic fungus y elevar su producción en áreas donde los niveles de radiación sean elevados. ¿Qué efectos habría a largo plazo en ambientes radiactivos si periódicamente expandimos esporas de este organismo vivo? ¿Qué repercusiones habrá en este tipo de ambientes de aquí a uno, cinco, diez o quince años?

 

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Radiotrophic fungus

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