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  • ISABELITA. Elements for industrial recovery

    Carabanchel, Madrid
    / BURR
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Isabelita es una intervención de mínimos para permitir la entrada del sol en una gran nave industrial.

Isabelita es una intervención de mínimos para permitir la entrada del sol en una gran nave industrial.

La actividad industrial en el centro la ciudad de Madrid ha ido perdiendo su peso paulatinamente en los últimos 30 años, hasta encontrarse en la situación actual, en la que dicho uso prácticamente ha desaparecido. Las causas son similares a las de muchos otros centros urbanos; por una parte la normativa de protección ambiental en términos de ruido y emisiones y por otra el aumento del valor del suelo, provocaron la emigración de estos usos a la periferia de la ciudad. Como consecuencia las naves industriales urbanas han ido quedando obsoletas: son demasiado grandes para ser empleadas por el comercio local, demasiado caras para la industria, demasiado restrictivas a nivel normativo para el uso recreativo y poco lucrativas para las nuevas generaciones que heredan los negocios familiares en activo hasta ahora. Generan un vacío de uso.La mayoría de estos espacios se encuentran en las plantas bajas de edificios residenciales, extendiéndose más allá del fondo del edificio e invadiendo el espacio de los patios de manzana. Tratándose ahora de una trama fundamentalmente residencial y comercial, que ya no requiere del uso de estos espacios de gran volumen y superficie, la normativa urbanística vigente busca recuperar los patios de manzana y por tanto el derribo de las estructuras que los ocupan. La herramienta empleada para ello es el cambio de uso, del uso industrial al uso residencial.
La modificación más drástica para realizar este cambio de uso supone la limitación del fondo de la edificación, que impide implantar el uso residencial en aquellas construcciones que invadan los patios de manzana, obligando a la demolición de las naves industriales que los ocupaban. El incentivo para realizar estos cambios de uso lo pone el mercado inmobiliario, provocando que el valor del suelo se pueda triplicar o cuadruplicar al convertirse en un espacio residencial, principalmente espoleado por la burbuja de los precios del alquiler que sufre la ciudad. La clave para su activación está en la implantación de usos híbridos. Estas naves no pueden entenderse de forma rígida, sino que exigen de una forma de ocupación más líquida, que pueda aprovechar las cualidades espaciales de esta tipología y optimizar el gasto que requiere su adaptación. Elements for industrial recovery trata de dar con herramientas urbanísticas y arquitectónicas que permitan mantener estas estructuras en un contexto que quiere verlas desaparecer.


Isabelita era un espacio industrial en desuso desde aproximadamente 20 años. Originalmente ocupaba la totalidad de la planta baja correspondiente el edificio del que forma parte, pero tras ser adquirida por la SAREB, a consecuencia de la crisis bancaria de 2008, comenzó a ser segregada en pequeños locales con el fin de facilitar su comercialización. La parte más grande, la que ocupa la superficie que corresponde al patio de manzana de la finca, quedó penalizada por su gran superficie y, por tanto, cerrada y en venta desde hace más de 10 años. La nave fue concebida como un almacén industrial por lo que no contaba con iluminación natural de ningún tipo. Una enorme cubierta de fibrocemento techaba un oscuro y profundo espacio de 6 metros de altura.


Isabelita es una intervención de mínimos, que pretende hacer que el sol entre en la nave.


La estructura espacial original permanece prácticamente inalterada, demoliendo exclusivamente las construcciones interiores añadidas con posterioridad a la distribución diáfana original. La modificación principal es la inclusión de un patio en el vértice que une los dos ramales de la planta, que garantiza la iluminación de toda la nave. Este patio queda limitado por una nueva fachada interior, que permite el acceso al patio a través de la parte inferior y la entrada del sol desde la parte superior. Al coronar el muro, se deja de construir un hueco semicircular en la parte superior, que consiga superar la cota marcada por el muro medianero y así potenciar la entrada de luz. El sol se introduce tanto de forma metafórica como física en el espacio, empleando la simbología del semicírculo, asociado al sol naciente / menguante, para dar forma a un gran óculo orientado a sur, que posibilita la entrada de un rayo de sol directo. Medio sol, que recorre el espacio a lo largo del día.

La fachada que limita el patio se reviste con un enfoscado rugoso blanco, una tirolesa, que contrasta con la segunda fachada interior, directamente enfrentada a esta. Esta segunda fachada, previamente existente, es un gran muro en bruto de bloque de hormigón gris. Un vestigio del momento en que la anterior propiedad, la SAREB, trató de segregar el espacio en pequeñas partes para fomentar su venta. Un error de planificación hizo que apareciera un muro divisorio en el lugar que no debía, dividiendo el espacio de forma aparentemente absurda. Un error de 6 metros de altura es un gran error, por lo que se decidió mantenerlo y reprogramarlo, para ser empleado como un taller de trabajo en sucio. El muro se mantiene conservando su materialidad original, con pequeñas estructuras que lo parasitan para conectar el espacio segregado con la nave. Para realizar esta intervención se introdujo un pórtico metálico doble; dos porterías, que permiten la apertura del hueco y refuerzan el muro existente. Entre las dos fachadas, el gran espacio de la nave, queda en un cierto grado de indefinición, sin uso concreto asociado, para permitir que las nuevas inquilinas congreguen, expongan, produzcan, cocinen o celebren en él.

Participaciones en arquia / próxima

IX Edición 2022-2023