UNA CAPILLA LAICA

Un lugar singular, una cámara, un refugio para el hombre ante el caos. Buscamos un arquetipo válido,  un santuario universal, intemporal, rechazando formalismos vacíos. Buscamos un espacio sagrado originario, ancestral, todavía en un estadio intuitivo, en una etapa prearquitectural. Elegimos el tholo prehistórico como modelo. Una construcción enterrada, con acceso iniciático y un rotundo espacio único en cúpula.

El interior de la cúpula, refugio del sol del día, en sombra, una geometría radial perfecta, esta punteada por el estallido de luz a través de minúsculas perforaciones que se configuran como estrellas de las constelaciones del zodiaco. El hueco cenital es una materialización del mito ancestral, el universo en un rayo de sol.

Es importante para la filosofía general del proyecto poner en relevancia cosmogonías clásicas como la pitagórica de los cuatro elementos básicos: el aire, el agua, que se desliza por la pared del peristilo y desde las dos láminas de agua, la tierra, representada por el circulo de piedra en el perímetro interior de la capilla y el fuego, que encontramos en el centro del espacio interior. 

También aparece el triángulo, formado por los accesos al espacio interior de la capilla, recogiendo su interpretación clásica platónica, es un símbolo geométrico que adquiere multitud de significados en cualquier civilización o cultura. 

El resultado es una arquitectura expresiva de su propósito, simbólica, parlante, que muestra la utopía de un gran ojo, que ve hacia nuestro interior y también abierto al mundo y al universo. Un lugar que invita al recogimiento interior, a la reflexión y al encuentro con uno mismo.