Vivimos en un tiempo convulso, aunque todos lo son. La tecnología transforma vorazmente la sociedad y su cultura, y da la sensación de que no hay periodo de adaptación. Y la arquitectura es un reflejo de la sociedad, y siendo atrevidos, la sociedad también lo es de la arquitectura que consume y le rodea. Es por ello que vive inmersa también en la lucha por su propia supervivencia, tratando de adaptarse bien a las necesidades actuales o (más bien) a las exigencias del mercado.

Habitamos en gran parte un modelo rígido, obsoleto, pero la tendencia en la ciudad está cambiando. Las recientes crisis económicas y la situación actual debido a la pandemia del Coronavirus son advertencias claras de que los modelos actuales no son los adecuados, y que se requiere un cambio, social y urbano. Arquitectónico.

El objetivo de la propuesta que se plantea no persigue proponer nuevos modos de habitar la arquitectura, sino que la arquitectura en sí sea el elemento que permita que esos cambios puedan llevarse a cabo al ritmo en que la ciudad lo requiera.

La arquitectura como vehículo porque ha de ser una herramienta, no un fin, y de transición porque permite y acompaña el cambio, adaptándose a los tiempos y necesidades, no permaneciendo fija o inmutable, y es la vivienda en concreto la que debe seguir esta premisa por encima de todo.