REFLEXIONES DEL PRIMO-GENITO.
Vivir como las gallinas…levantarse con el sol y acostarse con la luna, sin temor a los grandes paños acristalados.
En un vecindario más pendiente de las cubiertas planas que de segar el césped, tocó construir la primera casa, la casa de INÉS, la casa UNO, la casa EINS. Una chimenea sobre la que orbita toda la zona de día y con suficiente inercia térmica para mantener una temperatura interior agradable en la doble altura. “Dios mío, una doble altura!...qué pérdida de espacio” decía el oficial de primera mientras “bribaba” el hormigón. Nunca escuché una contradicción tan grande. Sin embargo, al del Gas Natural no le importaría echarse a la bebida en ese salón; en fin, siempre hay alguien que te levanta el ánimo!
Para vivir con el sol hay que dejar que gire alrededor de ti, y tienes que seguirlo, no al revés. Si hace mucho calor, nos vamos al patio norte. Y si hace calor pero quieres presumir abrimos toda la carpintería hacia el sur. La zona de noche, mucho más funcional porque hay que ahorrar, que ya “perdimos” bastante espacio…ah!, también hay que tener cuidado con el vecino, que se cuela a por manzanas, no se vaya a clavar un caliqueño durante la ejecución.
El primer hijo siempre duele más, pero es verdad que el primogénito es el que hereda. Gracias por ser tan valiente Inés.